Punto de bifurcación

IGNACIO CAMACHO – ABC – 11/06/16

· La cuestión esencial de estas elecciones no consiste en que las pueda ganar Pablo Iglesias, sino en que ya las ha ganado.

Hay un sesgo equivocado en el debate general de esta campaña. Un error de enfoque en la mirada de los medios y en la perspectiva de los propios partidos, que han concentrado sus estrategias alrededor del marco mental establecido por Podemos. Al convertir al partido morado en el eje de expectación sobre el que gravitan todos los planteamientos y análisis, los agentes políticos y de opinión pública desvirtúan la verdadera cuestión esencial de estas elecciones. Que no consiste en que las pueda ganar Pablo Iglesias, sino en que ya las ha ganado.

Todo el proyecto de asalto al poder de Podemos se basa en el concepto estratégico del «empate catastrófico», desarrollado por el líder boliviano García Linera y teorizado en España por Íñigo Errejón. Una «etapa de la crisis de Estado» (sic) que se caracteriza por la confrontación estática de dos bloques sociales, dos modelos de país, en medio de una parálisis institucional. Ese momento se produjo ya en diciembre, y desde entonces la organización populista trabaja para llegar al «punto de bifurcación» que constituye el desenlace del conflicto y que requiere de una cierta paciencia histórica. El proceso se puede resolver ahora o más adelante, pero, suceda lo que suceda el día 26, el resultado va a beneficiar los intereses del podemismo.

Sin posibilidad real de aventajar al PP, el objetivo inmediato de Iglesias es sobrepasar al PSOE, adelanto que parece tener al alcance de la mano. A partir de ahí puede suceder que los socialistas acepten entregarle el Gobierno, en cuyo caso habría comenzado el desempate: triunfo de la izquierda frente a la derecha y hegemonía de Podemos en la izquierda. Si, por el contrario, un PSOE descalabrado se inclinara por la abstención para tratar de recomponerse bajo un mandato precario del centro-derecha, Podemos obtendría un capital político fundamental para invertirlo en la destrucción definitiva y a corto plazo de la socialdemocracia, tal como Syriza hizo en Grecia con el Pasok. Las siguientes elecciones, en clave frentista, serían la final del campeonato.

La hipótesis alternativa, que el PSOE aguante como segunda fuerza, también beneficia al populismo, aunque tendría que buscar el punto de bifurcación por otra vía. La del pacto de investidura con un Sánchez maniatado, que permitiría a los morados un acceso al poder a plazos. Dos gobiernos en uno, con el presidente en sus manos: un interregno de consolidación institucional durante el que demoler desde dentro al rival hasta hallarse en condiciones de darle el estacazo.

En cualquiera de los supuestos –salvo el menos probable de la mayoría conjunta del PP y Ciudadanos– Iglesias sale ganando. Según el veredicto de las urnas, puede acelerar el salto cualitativo o trabajar con ventaja para provocarlo. Las circunstancias le favorecen. La principal, la de que nadie creyese que desde el principio salía decidido a apoderarse del Estado.

IGNACIO CAMACHO – ABC – 11/06/16