ISABEL SAN SEBASTIÁN-ABC

Isabel San Sebastián, mujer, madre, hermana, amiga, periodista y escritora libre, hoy trabaja. A mucha honra

ME declaro abiertamente esquirol. O «esquirola», que diría Irene Montero, en lucha contra el diccionario de la RAE. Yo hoy trabajo, igual que cualquier otro día, no solo por necesidad y afán de independencia, sino por profunda convicción. Soy mujer, soy feminista, en el sentido original del término, y en uso de la libertad que tanto nos costó conquistar digo un NO como una casa a la huelga manipuladora y sectaria convocada por la izquierda aprovechando este día.

Basta leer el manifiesto 8-M para darse cuenta del monumental engaño en el que pretenden involucrarnos los organizadores de esta farsa. «Juntas somos más», se titula. Y una se pregunta ¿Juntas entre quiénes? ¿Juntas para qué? ¿Para «gritar bien fuerte contra el neoliberalismo salvaje que se impone como pensamiento único y destroza nuestro planeta y nuestras vidas»? (sic) ¿Para afirmar que «las guerras son producto y extensión del patriarcado y del capitalismo para el control de los territorios y las personas»? (sic) ¿Para exigir «la despatologización de nuestras vidas»? (sic) ¿Para llamar «a la rebeldía y a la lucha ante la alianza entre el patriarcado y el capitalismo que nos quiere dóciles, sumisas y calladas?» (sic).

Para proferir tal sarta de sandeces no cuenten conmigo las «sores». A mí nadie me educó para ser dócil, sumisa y callada, y menos que nadie mi padre. Tampoco los profesores de los colegios en los que estudié, todos occidentales y por tanto «capitalistas». Mi vida no está ni ha estado nunca «patologizada», suponiendo que tal cosa sea posible, ni conozco a nadie que sufra ese mal, pese a contar con varios médicos (y médicas) en mi familia. No recuerdo ni un nombre de mujer entre quienes detentan el poder en China, Corea o Cuba, por citar tres ejemplos de países comunistas (no capitalistas). Las guerras que hacen sangrar al mundo ahora mismo se concentran en territorio musulmán, donde la religión islámica somete a la mujer a un grado de opresión brutal, mientras la ley la considera a menudo ciudadana de segunda clase. Pero nada de eso se recoge en este manifiesto. A las feministas de carné huelguista las «hermanas» hijas de Alá no les preocupan, ocupadas como están con su obsesión anticapitalista, «heteropatriarcal» y «elegetobifóbica» (sic).

Me fastidia especialmente de esta pantomima que me tomen por idiota o hablen sin permiso en mi nombre, incluyéndome en clubes de los que no quiero formar parte: el de la ideología de género, la «sororidad», «las periodistas paramos» o ese «todas» que abarca desde las asesinadas a las presas, como si fuesen colectivos equiparables. En el manifiesto redactado en catalán se llega a pedir la liberación de los «presos políticos», por si quedara alguna duda de quién maneja este cotarro y con qué fin.

Ni una sola referencia, en cambio, a las madres, ausentes de este panfleto presuntamente feminista. Lo más parecido que aparece a esa palabra es «somos las que reproducen la vida». Se ve que el mero concepto les repugna o avergüenza. Ni una reivindicación del derecho a la maternidad, tan a menudo alcanzado a costa de sacrificar la carrera profesional. Ni una mención de la brecha que se genera precisamente en ese momento o de las políticas que harían falta para garantizar una corresponsabilidad real en el cuidado de los hijos. No interesa. Ellas (y ellos) están a otra cosa.

Yo creo en las personas al margen de su sexo. Creo en la igualdad de oportunidades y el mérito. Creo en el valor del esfuerzo. Por eso Isabel San Sebastián, mujer, madre, hermana, amiga, periodista y escritora libre, hoy trabaja. A mucha honra.