Regreso al pasado

LUIS HERRERO – ABC – 11/03/17

· Si no fuera por lo del Barça ante el PSG, que el miércoles pasado trajo algo inédito al paisaje informativo nacional, diríase que hemos vuelto donde solíamos. Es decir, al hedor de las deposiciones judiciales, a la incautación de papeles que señalan mangancias por dilucidar, al incumplimiento de compromisos adquiridos, al uso del ventilador, al cambio de cromos para nombrar magistrados afines, a las manos sobre el fuego para defender lo indefendible… Salvo la primera remontada en Champions de un 4-0 –lo nunca visto–, todo lo demás ha sido, durante la semana, mercancía informativa bastante rancia.

Que las constructoras paguen comisiones ilegales para contratar obra pública es una noticia que puede ser de hoy y de hace un lustro. Que Eloy Velasco le siga buscando las vueltas a la trama Púnica, ídem de ídem. Que el partido gobernante se resista a ser investigado en una comisión parlamentaria, ni te cuento. Que Rubalcaba sea el rey del cambalache intercambiando en la sombra Condes Pumpidos por codas de bipartidismo huele a naftalina. Y que Rajoy prometa una cosa y haga la contraria empieza a ser un clásico del único político que lleva en el machito desde el pleistoceno.

No sólo son los mismos partidos, a veces con distintos collares, haciendo las mismas cosas. ¡Es que son los mismos discursos! Puigdemont, por ejemplo, dijo el miércoles en el Parlament que en su partido ya no había corrupción y que había tomado medidas muy serias para que no volviera a haberla nunca más. Es decir, exactamente lo mismo que lleva diciendo Rajoy, aunque en una lengua vernácula distinta, desde que la corrupción hizo papilla su mayoría absoluta. La cuestión es, ¿por qué con el mismo argumentario Xavier Albiol puede pedir la dimisión de Artur Mas y Albert Rivera, pongo por caso, no puede pedir la de Rajoy? ¿Acaso le protegen leyes superiores?

Lo más terrible de todo es que esta vuelta al paisaje de siempre significa que no hemos aprendido la lección. No está de más recordar que de la desafección que provocaron estas mismas conductas hace unos años pasamos al «no nos representan»; del «no nos representan», al 15-M; del 15-M, a Podemos, y de Podemos al hundimiento del PSOE y al voto del miedo que sostiene al PP. Si alguna vez creimos que los partidos clásicos habían tomado buena nota de todo aquello para no cometer los mismos errores, ahora salta a la vista que nos equivocábamos.

Habrá quien piense que las consecuencias de la reincidencia ya no serán igual de graves porque Podemos ha dejado de ser, a ojos de los incautos, el mirlo blanco que venía a limpiar la sentina. Sí, es verdad. Ahora sabemos que son tan cainitas como los demás y que su concepto de la democracia consiste en depurar a los discrepantes y en intimidar a los periodistas. Vale. ¿Y qué? ¿Acaso supone eso alguna ventaja? Cuando el PSOE de los noventa supuraba corrupción por todos los poros, los electores le dieron al PP un voto de confianza. Mayoría absoluta. Luego el PP defraudó esa confianza y el bipartidismo saltó por los aires.

El voto de confianza pasó a los partidos emergentes. Si ahora los emergentes fallan, ¿qué diablos queda?. La respuesta debería ser: regeneración. El problema es que basta un rápido repaso a las principales noticias de esta semana para darse cuenta de que esa salida está más cerrada que la boca del tesorero de Convergència: Mas dice que lo del Palau es mentira, Cospedal trata de llevar al Senado las comisiones de investigación al PP para arrullarlas en brazos de su mayoría absoluta, Rajoy se cisca en los documentos que firma, Ferraz instruye a los magistrados del TC para que sepan a qué presidente tienen que votar, Iglesias utiliza twitter para acosar a la prensa y Rivera se convierte el el rey de los gatillazos de las mociones de censura.

Y para colmo, la proeza deportiva culé llega con un arbitraje sospechoso. Pincho de tortilla y caña a que más de uno habrá visto la larga mano de Soraya en la querencia de Deniz Aytekin por el punto de penalti. Es lo que pasa cuando, por falta de costumbre, nadie cree en el juego limpio.

LUIS HERRERO – ABC – 11/03/17