República… bananera

EL MUNDO 02/03/17
TEODORO LEÓN GROSS

Visto con perspectiva, es perfectamente lógico que el nacionalismo se aferrara a la hoja de ruta de la independencia. Esa era su única oportunidad de sobrevivir a la marea de corrupción que amenazaba con sepultarlos hasta la catástrofe. A medida que el mito del oasis se desvaneció, una vez roto el espejismo de cristal por Maragall, y emergía la inmensa ciénaga del caso Pujol, el 3%, caso Palau, caso ITV o el caso Petrum, ya sólo les quedaba confiarse al victimismo y al enemigo exterior de Espanyaensroba. Al cabo, como sostenía el Dr. Johnson, el patriotismo es el último refugio de los canallas; y si un delincuente podía unirse a la Legión y acabar siendo un héroe de la patria, la nomenclatura de Convergència podía confiar en que envueltos en la estelada se les perdonase todo. Y hasta cierto punto, aunque Convergència mal puede simular su hundimiento tras las siglas indepes de JxSí, por un tiempo ha funcionado para adquirir el rol de mártires antes que delincuentes.

Ahora, sin embargo, con el caso Palau irrumpe el programa penal de la cleptocracia catalana. Hasta ahora el 9-N les permitía parapetarse en la retórica del juicio político de Espanyaensroba contra las ansias democráticas de Cataluña y todo ese blablablá. Ahora ya sólo se trata de prohombres en la trastienda de la financiación ilegal que a la vez se compraban lavadoras, pulían el mármol del baño, instalaban videoportero o pagaban los ochenta mil de la boda de la hija tangándole además 40.000 al consuegro. Ahí, retratados como mangantes que hacen parecer al Dioni un Pimpinela Escarlata y a Don Vito Correa un gentleman de cuello blanco, se les desarma la coartada para culpar a la democracia española de mala calidad. Ayer mismo Convergència, al saber que Montull negociaba delatarles, retiró a los ex consejeros de Obras Públicas como testigos. Blanco y en botella. Y está por llegar el clan Pujol, el 3% y el caso Petrum de la mafia extorsionadora que ya les había cortocircuitado su literatura efervescente del Estado opresor al surgir de la denuncia de una concejal de ERC en El Vendrell. Aquí, ante la imagen de La Cova de Artur Masi els quaranta lladres, se acaban los paseíllos de la nomenclatura indepe.

El calendario penal va a deteriorar el calendario político, si no se deteriora por sí mismo. Ayer se desató la vergüenza colectiva ante el procedimiento diseñado para la transitoriedad jurídica con el que proclamar la república catalana. Es lo que hasta ahora, con la prosopopeya marca de la casa, se denominaba de la ley a la ley. El subterfugio de la vía directa (votar sin conocimiento previo de los diputados, sin debate de totalidad, sin enmiendas, sin dictamen del Consejo de Garantías…) es una astracanada chusca que ha abochornado incluso a muchos simpatizantes con la causa, curtidos en mirar para otro lado. Faltan tragaderas para una mascarada así. Tanta retórica gastada en culpar al Estado opresor para acabar en esa operación chapucera de pepegoteras castizos. Si la democracia española les parecía de mala calidad; se ve que ellos claramente apuestan por una república… bananera. Y no va a haber suficientes esteladas para tapar tanta obscenidad.