Sánchez, madre mí

SANTIAGO GONZÁLEZ-El Mundo

Hay algo en la prosa de Sánchez que suena a caricatura. Tiene que ver con su propia mismidad. Tras la concentración de la Plaza de Colón se quejó: «Están haciendo una concentración en contra de una persona, de mi persona». Recuerda vagamente al saludo que devuelve Tom Dugan en To be or not to be cuando le toca hacer de Hitler: Heil myself!

La expresión «mi persona» está repetida cuatro veces en el libro. La forma adverbial personalmente está recogida 11 veces, algunas tan pintorescas como la que emplea para jalearse por su proeza en el Aquarius: «A mí, personalmente, el haber salvado la vida a 630 personas hace que piense que vale la pena dedicarse a la política». «La Reina Letizia se acercó para saludarme; ella estudió en el Instituto Ramiro de Maeztu, como yo, y quiso conocerme personalmente».

El Gran Wyoming publicó hace unos años una novelita perfectamente olvidable, pero con un título que tenía cierta gracia: Te quiero personalmente. Un amigo mío, dado al pleonasmo, lo redondeó con una expresión que complacería mucho a Sánchez: «Lo pensé yo, personalmente en persona».

«Yo soy presidente del Gobierno, Jesús», le decía a un Calleja muy desubicado a lo largo de todo el encuentro. La situación recordaba sólo un poco a lo de Umbral. El doctor Plagio no había ido a hablar de su libro, sino de sí mismo: «Es un libro que me debía a mí mismo y a la sociedad española». La sociedad española se lo habría perdonado.

Él tuvo barra libre en charla con un escalador y una periodista que ya no es más que el cadáver de su estilo, enterrado en el programa fundacional de la telebasura. Los dos le jaleaban y Calleja rompió en aplausos cuando Sánchez anunció que los beneficios del libro los pensaba donar a las personas sin hogar. Se empleó a modo contra Albert Rivera, aunque en esto le aventajó Milá, que se cebó en la intimidad del presidente de Ciudadanos: «Es que está muy distraído ligando con Malú» y haciendo el recuento de sus parejas. Nunca estuvo tan infame en Gran Hermano. Nunca nadie le hizo a ella la cuenta de sus parejas ni de las edades de las mismas, sin que Sánchez dijera ni mú.

El presidente mintió como sólo él sabe hacerlo, como un bellaco: «Esto de yo contigo no quiero ni agua no va con el sentir de la ciudadanía». Es preciso recordar que su renuncia al acta de diputado estuvo motivada por su voluntad de bloqueo al partido mayoritario de la cámara, por negarse a la abstención. Lo dice un tipo que hizo eslogan del «no es no. ¿Qué parte del no no entienden?».

Impresionante Milá al sorprenderse porque El País ahora le trata bien, con las cosas que escribieron de usted. No debe de tener noticia esta buena mujer de la purga que descabezó al diario de Prisa. En la foto podía verse a lo más granado del sanchismo gubernamental: José Luis Ábalos, Meritxell Batet, Carcedo, Margarita, Carmen Calvo, Valerio, Celaá, Luis Planas, Mª Jesús Montero, Pedro Duque y Reyes Maroto, esa ministra de Industria que conjuga el verbo haber sin ‘h’. Todos aplaudían entusiasmados. Nadie echó de menos a José Mª Barreda y a Soraya Rodríguez, dos socialistas que han demostrado tener la decencia de un escalón por encima de su ambición y que lo dejan.