Sánchez ‘Walking-Dead’

EL MUNDO 15/09/16
TEODORO LEÓN GROSS

Susana Díaz no va a matar a Pedro Sánchez. De hecho Sánchez es un cadáver político desde hace ya 271 días. Lo suyo fue una muerte violenta: aplastado por el fracaso de los 90 escaños. La pérdida de millón y medio de votos provoca unas condiciones insoportables para la supervivencia política. Kaputt. Con él había hundido a su partido a la franja del 20%; de gran partido a partido grande, nada más. El problema con Sánchez, así pues, no es matarlo. El problema para los suyos es enterrarlo.

Su caso resulta interesante porque revela hasta qué punto existe el fenómeno de los muertos políticos vivientes. The Walking Dead. Capitostes que han agotado los recursos racionales para continuar, pero se aferran al machito desde las agarraderas orgánicas. Sánchez debió ser pasaportado el 28-D; pero quizá no se valoró la fatalidad de ir a la ligera el día de las inocentadas. Desde entonces el Zombi de Ferraz vaga por la ultrarrealidad política, donde ha logrado incluso ser designado por el Rey, ir a una investidura, repetir elecciones empeorando su fracaso histórico, y tumbar en el Congreso al ganador del 26-J. Ahí es nada. En la ultrarrealidad política hay margen para mucho maniobrerismo virtual, pero, eso sí, no hay que dejarse confundir: el Triple No de Sánchez delata que es un cadáver político. Ha impedido un Gobierno sobre una candidatura de 170 escaños, el 48,5% de la Cámara, sin ofrecer ninguna alternativa más que retórica. Es, como lo ha calificado el historiador G. Tortella, el Pedro del Hortelano: ni gobernar ni dejar gobernar.

Su Susanísima rompió ayer un largo silencio ante la huida hacia delante del Walking Dead. El mensaje de la Reina del Sur, modulado refutando a Rajoy, es una enmienda a Ferraz. Parafraseando al monologuista Leo Harlem, supone un «¡Hasta aquí hemos llegao!». Días atrás lanzó a un pretoriano con el globo sonda y ayer certificó la apuesta de pasar a la oposición para rehacerse. Con 85, qué si no. Pero Sánchez conserva un as en la manga: la consulta a las bases. Ahí puede derrotar a los críticos, confiando en la radicalidad de la militancia. Otra opción, que debilitaría aún más al PSOE, es provocar terceras elecciones a sabiendas de que Susana rehúye las primarias como gato la bañera. Persigue un Congreso del partido controlando la poderosa delegación andaluza y un pacto de barones. Empieza, pues, el duelo final en el cual, como en Los Inmortales, sólo podrá quedar uno.

A Susana se le ha agotado el margen para contemporizar antes de que cuaje la percepción de que no puede con Sánchez ni muerto. Lo de ayer es un anticipo para el comité postmegabatacazo del 25-S. Y abrió la refriega con elogios a Vara, ninguneado por Ferraz. «¿Contra quién va ese elogio?» solía preguntar Unamuno, persuadido de que en España cuando se ensalza a alguien, es para zaherir indirectamente a otro. Ayer cada piropo a Vara –Rubalcaba, Madina, Chacón…– era un disparo contra Sánchez. Pero hace falta algo más para enterrar a un Walking Dead.