RAMÓN PÉREZ-MAURA-ABC

  A nadie le importa menos el bienestar de España que a quien equipara a la derecha constitucional con el secesionismo

CUAL rezaba la leyenda a la puerta del infierno de Dante, «abandonad toda esperanza los que aquí entrais». Que en el caso que nos ocupa se podría traducir en «abandonad toda esperanza los constitucionalistas que dependéis del PSOE». Por si fuera escaso el daño causado a la España constitucional por parte del Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero, que estuvo en el origen de todo el embrollo catalán de la hora presente, ahora nos encontramos con Pedro Sánchez dando un paso adelante y dos atrás. ¿Qué puede lograrse así? Regalar la victoria al rival. 

La declaración de Sánchez del pasado jueves de que no se apoyaría una mayoría encabezada por la candidata de Ciudadanos, Inés Arrimadas, es de una gravedad infinita. En un momento en que todos saben que la clave de estas elecciones es lograr una participación altísima en unos comicios en los que en el pasado el nacionalismo ha logrado muy buenos resultados con una participación del 72 por ciento del electorado -que no es nada baja- ahora hay que lograr superar la barrera del 80 por ciento -una pica en Flandes- mientras se dice al electorado constitucionalista que da igual porque el PSOE no va a votar por un candidato constitucional si no es el suyo. Porque sucede que el resto de los candidatos constitucionales están ubicados a su derecha y no a su izquierda. En resumen: porque no les da la gana. ¿Se puede ser más ególatra? ¿Así cree Sánchez que se motiva al electorado a ir a sufragar en un frío día de diciembre? Es imposible que a nadie le importe menos el bienestar de España que a quien actua bajo las premisas que enumeró Sánchez el jueves, equiparando a la derecha constitucional con el secesionismo catalán. Y quien traza esa equivalencia no puede pretender ser contado en el número de los que se dicen constitucionales. Porque lo que está haciendo es minar la constitucion española supuestamente en defensa de sus intereses partidistas. 

Mas yerra quien crea que los intereses de formaciones políticas de amplio espectro tienen futuro saboteando el consenso constitucional. Porque igual que entre el secesionismo hemos visto crecer a lo largo de los últimos años una coalición que iba desde la derecha burguesa capitalista hasta la izquierda anti sistema de la CUP, en el bando constitucional es imprescindible lograr armar una cooperación postelectoral en la que prime el interés de Cataluña y de España. Una coalición que hoy por hoy- no puede ser mayoritaria si no cuenta en su número con todos: socialistas, populares y Ciudadanos. 

Cuando Sánchez dice que no apoyará un Gobierno independentista ni uno de derechas, lo que está diciendo a Ciudadanos y populares es que si la suma permite atisbar una mayoría de Gobierno la única fórmula será la de apoyar a un candidato socialista. Pero la realidad más bien es que habrá que ver si por negarse a apoyar un Gobierno encabezado por el candidato constitucional con mejor resultado, está dispuesto a ver a otro independentista sentado en la Generalidad. Sánchez haría bien en recordar que una de las principales razones por las que ha conseguido dejar atrás la amenaza de  sorpasso por parte de Podemos ha sido precisamente por el lenguaje componedor de Pablo Iglesias y los suyos con quienes quieren romper España. ¿A quién interesa que Sánchez cometa el mismo error de Iglesias? A él menos que a nadie.