Se alquila izquierda

EL MUNDO 29/06/17
ARCADI ESPADA

ESTE ASUNTO de la gestación por encargo está retratándolos. Para empezar al propio partido que promueve, con buen criterio, la regulación. Hay algunas cautelas en su propuesta que no se entienden y aún menos teniendo en cuenta que el texto no saldrá adelante dada la férrea alianza de los reaccionarios: cualquier limitación de su alcance que pudiera facilitar una negociación hipotética tiene poco sentido. Entre todas las cautelas la más extraordinaria es la exigencia de que las madres transitorias tengan un buen pasar. Ciudadanos quiere, por así decirlo, legislar un proceso de intenciones: que las madres no lo hagan por dinero, sino por solidaridad y calor humano. Las conclusiones son inmediatas y sorprendentes. Una mujer no podrá subrogarse para dar estudios a sus hijos, pero no hay mayor problema en que sea para adquirir un bibelot. Y aún peor, se apreciará: los pobres no están autorizados a expresar su solidaridad y calor humano.¡Pobres!

Esas objeciones son casi banales cuando se comparan con la actitud de la Santa Alianza, formada por el Partido Popular, PSOE y el partido Podemos. Del PP ya expresé hace tiempo mi perplejidad: cómo un partido tan proclive a aplicar la moral católica podía resistirse a la gestación del sin pecado concebido. Pero como siempre sucede hablando de actitudes reaccionarias lo más interesante está en la izquierda, así autoconsiderada. En contra de gestar por encargo hay argumentos que pueden considerarse, sobre todo si los defensores de la práctica siguen insistiendo burdamente en que se trata, respecto del feto, de una gestación convencional. Pero, el principal, el que con tanto énfasis manejan las mujeres de la izquierda, eso de que la gestación por encargo supone la mercantilización del cuerpo de la mujer, resulta escandaloso. ¿Cuál ha sido, y es hasta hoy mismo, el grito tradicional de esas mujeres cada vez que han querido defender su despótica soberanía respecto de la decisión del aborto? «¡Mi cuerpo es mío!», así lo recordará cualquier alfabetizado. Pues bien: los últimos acontecimientos nos informan de que la soberanía de las mujeres rige para liquidar un feto, pero en absoluto para acogerlo. La discriminación ilustra con dolorosa nitidez el valor que la libertad individual tiene para la izquierda femenina. Porque en verdad es «¡Tu cuerpo es mío!» lo que ese mujerío grita a todas los mujeres que tiene subrogadas.