Ser y no ser

SANTIAGO GONZÁLEZ – EL MUNDO

El lehendakari Urkullu hizo una revelación luminosa la semana pasada: hay que ser honestos con los ciudadanos y reconocer que se celebre lo que se celebre el día 1 de octubre en Cataluña «no tiene las garantías debidas».

Urkullu también dijo que aunque el Gobierno catalán no se va a arrepentir de las decisiones adoptadas cree que hay espacio para el diálogo porque «ha habido pronunciamientos de estar dispuestos a hablar». La sintaxis así en el original. Una cosa y su contraria, la esencia de todo nacionalismo: ser y no ser al mismo tiempo, estar sin haber ido. El vasco, que es la madre de todos ellos, es una síntesis del paradigma de la física cuántica y el juego del mus, que Mario Onaindía definía como la esencia de la estrategia del PNV: apostar de farol y disimular la jugada que sí se tiene.

La declaración era en sí misma la invitación para un congreso de psicoanalistas lacanianos. La esquizofrenia presidencial afectó también a la manifestación convocada el sábado a favor del derecho a decidir en Bilbao. Unos 30.000 asistentes en apoyo de la mascarada catalana. «Catalunya, estamos con vosotros», decía uno de los lemas de la pancarta, sin especificar con cuál de las dos.

No estuvo Urkullu, que no podría después de reprochar a la performance del día 1 la falta de garantías democráticas, pero su partido estuvo a tope.Acudieron los presidentes de las organizaciones provinciales del partido: Itxaso Atutxa, Joseba Egibar y José Antonio Suso; la secretaria del EBB, Mireia Zarate, los representantes de las instituciones forales, es decir los diputados generales de Bizkaia, Gipuzkoa y Araba (Unai Rementeria, Markel Olano y Ramiro González), el alcalde de Bilbao, así como parlamentarios, junteros y concejales ad libitum. Iban juntos y revueltos con Otegi y otras excrecencias batasunas y los secretarios generales de ELA y LAB. Solo faltó el presidente del partido, pero tenía justificante por haber quedado en Gerona con el de la Generalidad, nieto ejemplar de Paco Puigdemont, el pastelero de Amer que desertó de la República para hacerse rico dando de comer a los presos de Franco, tal como contó en este diario la gran Leyre Iglesias en crónica ejemplar. Pobre Ortuzar. Uno, que lo conoció en su anterior reencarnación, entiende en trances como éste la dureza de su oficio.

En parecida tesitura se encuentran la todavía portavoz de Podemos en el Congreso respecto a la función de los Mossos: cumplir dos legalidades a la vez. O la alcaldesa de Barcelona, que no piensa prestar locales para el referéndum al tiempo que va a facilitar su celebración.

Todo el mundo se pregunta qué va a pasar el 2 de octubre, porque lo del día 1 está bastante claro. No habrá referéndum, la Guardia Civil seguirá añadiendo capturas al 1,3 millones de carteles, folletos, trípticos y otros materiales de propaganda. Luego falta que los transformers de Cataluña en esta descojo-nación, según el calembur de Luis Ciges, paguen por lo que han hecho. Pero eso será otra historia, como decía el barman de Irma la Dulce. Y material de otra columna.