ABC-LUIS VENTOSO

En la TVE «plural» no es noticia que Sánchez no aclare si indultará a golpistas

RIVERA no es exactamente el político al que le compraríamos un coche usado, como acaba de demostrar tendiendo una alfombra roja en el Congreso a los presupuestos de Podemos y Sánchez al tiempo que dice rechazarlos. Líder bifronte, ha adoptado la celebérrima máxima de Marx (Groucho): «Estos son mis principios, pero si no le gustan tengo otros». Pero el político catalán posee un don innegable: se trata un orador de enorme eficacia, como buen populista que es, capaz de hacer sudar a cualquier adversario. Ayer en el Parlamento lanzó una soberbia estocada de florete a Sánchez. Por dos veces le preguntó a bocajarro si va a indultar a los golpistas catalanes en caso de que sean condenados por la Justicia. «¿Sí o no?», lo emplazó. En ambas ocasiones nuestro presidente no votado se escaqueó y se negó a contestar. Tan sonoro silencio invita a imaginar lo peor. Ante una pregunta así, Suárez, Calvo Sotelo, González, Aznar o Rajoy habrían respondido: «Por supuesto que no cabe indulto para personas condenadas por la Justicia por un golpe contra nuestro país y nuestra Constitución». Pero Sánchez opta por un silencio culposo, porque teme molestar a los socios separatistas que lo mantienen en La Moncloa, o simplemente porque sopesa conceder la gracia del perdón a los protagonistas del mayor ataque a nuestra democracia desde el 23-F (lo cual le resultaría complicado, pues el indulto exige arrepentimiento).

En el Telediario de la TVE «plural» de Rosa María Mateo la noticia de que Sánchez se niega a desmentir que vaya a indultar a los golpistas no existió. Sí hubo despliegue con los audios de Villarejo y Cospedal, punta de lanza también de las críticas de Carmen Calvo contra el PP. Vivimos en la contradicción: cuando los vídeos desvelaban el inadmisible comportamiento de la hoy ministra Delgado en sus cuchipandas con Villarejo y Garzón, el Gobierno les restaba todo valor, era solo el chantaje de un preso. Hoy las grabaciones les sirven como munición contra el PP y la fonoteca del policía corrupto pasan a considerarla oro pulido.

Resulta lacerante que la estabilidad del país esté al albur de la vendetta de un policía encarcelado por corrupción (y estamos en el aperitivo, se habla de grabaciones tremendas y variadas). Pero aun así, lo ya conocido debería haber provocado la dimisión de la ministra de Justicia, pues mintió sobre sus encuentros con Villarejo; y además, siendo fiscal, zanjo con risitas el comentario del policía sobre sus extorsiones con prostitutas, hecho que tenía que haber denunciado, al igual que las supuestas relaciones de jueces españoles con menores. Tampoco se entiende que con lo ya divulgado Cospedal no haya enfilado la elegante senda de la retirada, y más cuando realmente su tren político ya ha pasado. Y ahí surge otro silencio, el de Casado. El nuevo líder encarna la regeneración del PP tras una etapa bastante bochornosa. Pero la esperanza que encarna tiene que traducirse en hechos. Un mal –el de Delgado- no puede justificar otro mal. Y viceversa. El PP, con un líder nuevo y sin mochila personal, tiene la oportunidad y el deber de poner su marcador a cero.