TONIA ETXARRI-El Correo

Hasta mañana hay partido en el Congreso de los Diputados. Porque será entonces cuando se proceda a votar la moción de censura que hoy presenta Pedro Sánchez contra Mariano Rajoy. Pero los movimientos que se están produciendo en vísperas de la sesión parlamentaria están teniendo tal intensidad que el compromiso inicial del dirigente socialista por recabar apoyos sin ofrecer nada a cambio ha pasado ya a ser historia. El panorama ha dado un vuelco en poco tiempo y, aunque todas las presiones se están proyectando sobre los cinco diputados del PNV, se mantendrá la tensa expectativa hasta el último momento. Los cambios que pueden dar un vuelco en la moción de censura han venido del flanco más inesperado: Cataluña. Nadie hubiera apostado la semana pasada porque el xenófobo Quim Torra, empeñado por delegación de Puigdemont en tensar la cuerda al máximo con el Estado, acabara por ceder proponiendo nombrar a consellers con el expediente limpio de cuentas pendientes con la Justicia.

Tan solo el PNV confiaba en que el artículo 155 de la Constitución se iba a levantar en un breve espacio de tiempo. Esa fue una de las razones que esgrimió para justificar su apoyo a los Presupuestos de Rajoy y defenderse de quienes le acusaban de no haber respetado ni las mismas ‘líneas rojas’ que ellos habían trazado a la hora de convertirse en socios presupuestarios del Ejecutivo de España. Y como el desbloqueo del nuevo Gobierno de la Generalitat comportará el levantamiento del artículo 155 en Cataluña, esa nueva circunstancia está provocando ya una decantación de los grupos secesionistas como PDeCAT y ERC a favor de la moción de censura de Sánchez, impensable hace tan solo 48 horas.

El líder del PSOE va haciendo el recuento de votos. Están asegurados los de Podemos y Compromís, más los independentistas catalanes, quién sabe si EH Bildu, y el del representante de Nueva Canarias que, en un alarde de trapicheo, propone que gobierne Sánchez un ratito con las Cuentas de Rajoy.

Toda la presión se concentra sobre el PNV. Acaba de apoyar los Presupuestos Generales del Estado, con suculentos beneficios en inversiones y subida de pensiones. Y tiene que valorar los pros y contras de tan endiablada situación. Que se vayan decantando los rupturistas catalanes a favor del PSOE le deja en una situación incómoda, pero no más que la que tuvieron cuando apoyaron los Presupuestos de Rajoy en plena vigencia del artículo 155.

Si hablamos de que la legislatura de Rajoy está dinamitada no es por la moción de censura del PSOE para gobernar solo con sus 84 escaños. Es por el abandono de Ciudadanos.

Porque si mañana el ansioso Sánchez no lograra los apoyos de la mayoría absoluta para ocupar La Moncloa, Rajoy no podría ya seguir gobernando con garantía de estabilidad. Tiene aprobados los Presupuestos, cierto, pero sin el partido de Rivera como socio no va a poder legislar ni un solo proyecto más. Por lo tanto, el horizonte electoral se va acercando a pesar de que a la mayoría de partidos, salvo a Ciudadanos, no les interesa ahora una cita con las urnas. La sesión de control tan bronca de ayer fue el preludio de la tensión parlamentaria que veremos estos dos días. La intoxicación partidaria para influir desde la izquierda al PNV llegó ayer a alcanzar cotas límite. Dejar a Rajoy con posible pacto para convocar elecciones en el plazo de un año o poner a Sánchez apoyado por populistas y rupturistas. La apuesta por la estabilidad es la cuestión.