SANTIAGO GONZÁLEZ-EL MUNDO

El gran jurisconsulto había dicho el 17 de mayo en Espejo Público que «lo ocurrido el 7 de septiembre [de 2107] en el Parlamento de Cataluña se puede entender como un delito de rebelión». La víspera, en Los desayunos de TVE, se había mostrado partidario de reformar el Código Penal para actualizar el delito de rebelión a los tiempos que corren y se ofreció al entonces presidente, Mariano Rajoy, a apoyarle, si llevaba la reforma a cabo.

Apenas cinco meses después, el doctor Plagio secundaba una intervención del nacionalista Aitor Esteban para invocar como argumento de autoridad una propuesta de Federico Trillo –¡de 1994!– para defender que el delito de rebelión tenga que darse «por militares o por civiles armados al mando de militares». Hay una cuestión de afinidad y otra de tiempos. No se entiende bien que Sánchez anteponga el criterio que tenía el popular Trillo en 1994 al de su compañero Belloch, ministro de Justicia de su propio partido que un año más tarde hacía aprobar en el Congreso el Código Penal que aún está en vigor.

El doctor Fraude es el reloj parado que acierta algunas veces con la hora, aunque tampoco se pueda descartar que se equivoque siempre. Tiene la suerte el doctor Sánchez de contar con el apoyo de una ministra portavoz que es mujer muy singular, exactamente la que necesitaba para el cargo el más singular de nuestros presidentes.

Terminaba la ministra Celaá su rueda de prensa tras el Consejo de Ministros, cuando Ketty Garat preguntó por la flagrante contradicción del presidente al sostener una cosa y su contraria sobre el delito de rebelión en el plazo de cinco meses. Eran los cinco últimos minutos de la comparecencia y la ministra se sobró: «El Ejecutivo es el Gobierno», dijo y apenas había pasado un minuto cuando la portavoz debió de maliciarse que quizá la periodista Garat no tenía en casa un diccionario de sinónimos, por lo que se expresó en términos más claros: «El Gobierno es el Gobierno», explicó ya en las postrimerías de la rueda de prensa, justo antes de desear a toda la peña que pasara «un buen finde» (sic).

La gran ventaja de la tautología es que permite expresar grandes asuntos de manera simple. Recordarán ustedes (y si no para eso estamos) que el doctor se había expresado así hace 15 días, entrevistado por Ana Pastor. Hasta en ocho ocasiones repitió: «Yo soy el presidente del Gobierno». No se había oído semejante alarde de autoafirmación desde que la divina zarza del monte Horeb le dijo a Moisés: «Yo soy el que soy». Pastor perdió una excelente ocasión para repreguntar: «¿Qué me había dicho usted que era?»

Que el doctor Sánchez secundara al portavoz del PNV está dentro de la lógica. El delegado del Gobierno en el País Vasco, Jesús Loza, había convocado una rueda de prensa para hacer públicas sus alegaciones al material didáctico de Jonan Fernández sobre el terrorismo: la historia de ETA como parábola de la historia de Euskadi. Una llamada de la secretaria general ha bastado para que anule su comparecencia. Los nacionalistas siempre quisieron que el delegado del Gobierno fuese su interlocutor. Sánchez quiere que el PNV le apruebe los Presupuestos. ¿Qué más le da a él aprobar a cambio las cosas de Jonan?