«Temo la negociación de Rajoy y Puigdemont»

EL MUNDO 27/02/17
ENTREVISTA DOLORES AGENJO

· Ex directora del instituto Pedraforca de Hospitalet de Llobregat Fue la única responsable de un centro de enseñanza que se negó a participar en la consulta del 9-N

Dolores Agenjo (Barcelona, 1955) es una de esas mujeres valientes que no necesitan envolverse en bandera alguna salvo en la de la coherencia. Durante el Franquismo defendió que los niños pudieran escolarizarse en catalán y en democracia, esa misma reivindicación —la enseñanza en la lengua materna, esta vez en castellano— hizo que se desengañara de lo que representaba el PSC.

Agenjo fue la única directora de un centro de enseñanza que se negó a que su instituto participara en la consulta ilegal organizada por el nacionalismo. Hoy, a las 19.30, en el auditorio de Mutua Madrileña y en el marco del ciclo de conferencias organizadas por la Fundación Villacisneros y la Fundación Valores y Sociedad, presididas respectivamente por Iñigo Gómez-Pineda y Jaime Mayor Oreja, Agenjo participará en la mesa redonda titulada El fortalecimiento del coraje cívico en la defensa de España junto a Mariano Gomá, presidente de la Sociedad Civil Catalana; Josep Bou, presidente de Empresaris de Catalunya; Consuelo Ordóñez, presidenta de Covite; Jorge Campos, presidente de la Fundación Nacional Círculo Balear, y José Antonio Ortega Lara.

Pregunta.- La conferencia de hoy tratará del coraje cívico. ¿Ha sufrido usted las consecuencias de haberse negado a colaborar con los organizadores de la consulta ilegal?
Respuesta.-En el centro que entonces dirigía, no. Ni tampoco por parte de mis superiores. Solo noté cierta presión el 6 y 7 de noviembre de 2014 cuando me pidieron que entregara las llaves del colegio y yo me negué a hacerlo sin un requerimiento oficial. A partir de entonces sí que he recibido amenazas a través de correos electrónicos y en las redes sociales. Este tipo de cosas a mí me duelen pero desde luego que no me presionan.

P.-Usted viene de la izquierda…
R.-En las primeras elecciones voté al PSUC pero luego me fui moderando porque comprobé que el comunismo era tan totalitario como la extrema derecha, con la que por cierto ahora tratan de vincularme sin éxito.

P.-El nacionalismo catalán dice que prepara otra consulta. ¿Cree que se celebrará?
R.-Me gustaría pensar que no va a ser así pero me temo que acabará sucediendo; sobre todo si me atengo a los precedentes. En 2014, el Constitucional dijo que todo era ilegal y que se había prohibido y la Delegación del Gobierno así nos lo advirtió por carta… Entonces, cuando todo siguió adelante, pensé que el Gobierno central reaccionaría y actuaría para evitar la consulta, pero no.

P.-Puede decirse que el Gobierno central la abandonó.
R.-Desde luego yo me sentí estafada. Aposté por defender la legalidad que dadas las circunstancias en Cataluña es una posición de riesgo. Ahora estoy etiquetada y desde el nacionalismo se me considera como «el enemigo». ¿Por qué me pidieron que corriera ese riesgo para luego tolerar la celebración de la consulta? Me pareció una posición cínica. No prohibieron lo que ellos mismos decían que era ilegal.

P.-Usted se ha jubilado… ¿Cree que en esta ocasión otros directores de colegio seguirán su ejemplo en caso de que se celebre otra consulta?
R.-Por supuesto que no. Sería muy difícil que alguien hiciera lo que yo hice, precisamente por este abandono. A los directores de colegio no les compensa desobedecer a la Generalitat. En su declaración, la consejera de Enseñanza, Irene Rigau, se ha atrevido incluso a descargar su responsabilidad en los voluntarios y decir que la consulta la organizaron los directores y los funcionarios. Habría que tomar medidas al respecto.

P.-¿Cómo ve la actuación de Rajoy y Sáenz de Santamaría en Cataluña? El presidente se ha reunido con Puigdemont…
R.-Yo me echo a temblar cuando escucho que han accedido a negociar esos 45 puntos (descartado el referéndum) que recogen las demandas nacionalistas. Quieren que el Estado renuncie a las competencias que le quedan en Cataluña. Y lo más terrible de todo es que ni así se va a contentar el nacionalismo.