‘Tesis de Abril’ en Vistalegre

JAVIER REDONDO – EL MUNDO – 14/01/17

· La Joint Venture de Iglesias y Errejón funciona a pleno rendimiento. Se contraprogramaron calculadamente y presentaron un documento de idéntica extensión, estructura y fines. El consorcio acordó disentir en el diagnóstico y los medios a emplear. Prepararon con mimo el señuelo con el que despistarnos: «la dialéctica movimiento-institución», aspecto crucial para su modelo de negocio. Sin escenificar y exagerar esta discrepancia les resultaría imposible ampliar su mercado. Ambos lo saben. La sobreactuación de la diferencia les hace complementarios para retener su electorado.

Iglesias ha adelantado a enero sus Tesis de Abril: ni hablar de colaborar con el Gobierno ni con su lacaya oposición. Su documento es más temerario y panfletario, menos elaborado y producto de la pulsión. Busca el plácet de los anticapitalistas. «Audacia, más audacia, siempre audacia», reclamó Danton para evitar que el ritmo frenético que adquirió la Revolución Francesa decayera. No obstante, la ardorosa audacia tiene un inconveniente: ancla al audaz al instante y la circunstancia en que su arrojo lo catapultó a la popularidad. Se muestra incapaz de mirar a largo plazo y acaba perdiendo el sentido de la realidad.

Sostiene, a diferencia de Errejón, que «el PP está más fuerte de lo que parece» y Podemos no puede permitirse el lujo de permanecer pasivo y no contribuir al desgaste institucional. Iglesias necesita tensión y acción. En el fondo, cree que para gobernar le basta con superar al PSOE, cuya sumisión caería por su propio peso. Por eso quiere evitar contaminar o confundir a Podemos con los socialistas. Podemos es una maquinaria de guerra en alerta permanente.

Distinguir entre activismo y política y activistas y políticos, aparte del reproche a su colega por ponerse chaqueta en el Congreso y hablar con los adversarios, supone negar la política y las instituciones. La única utilidad de participar en ellas es contribuir a su deterioro. Ejerce el quintacolumnismoparlamentario. Entiende que subordinarse a la lógica institucional es el camino de la disolución –muestra así cierto complejo de inferioridad respecto del PSOE– y que «limitarse a lo conocido y transitado» conduce a la «autoexclusión». Este segundo axioma es una denuncia de la parálisis que completa y refuerza el primero.

El documento de Errejón es más solemne, teórico, tibio en las formas y un ensayo de perfecto populismo cuyo primer y esponjoso párrafo de la página 21 es de manual: Podemos es una fuerza patriótica porque «amamos nuestra tierra y sabemos que por debajo del relato nacional de las élites hay una historia, a menudo anónima y subterránea, dura, llena de tropiezos y de infamias, pero nuestra: compuesta de gente humilde dejándose la piel y a veces la vida…».

Los dos coinciden en que el 15-M es el momento fundacional del movimiento y en desacreditar la Transición y diagnosticar la crisis del régimen. Sólo que Errejón da por concluida la excepcionalidad: el Estado ni está en crisis ni lo va a estar. Por eso aspira a la hegemonía cultural y ve con buenos ojos el colaboracionismo y participar del juego institucional, pues les permite colocar temas en la agenda y mostrar una imagen de partido con vocación de gobierno.

Han hecho Petit Point con sus respectivos roles: Iglesias asegura que la gran coalición ha desgastado al régimen. Errejón añade que la quiebra del PSOE la ha reforzado. Uno dice que hay que despatriarcalizar el partido. El otro enumera los errores cometidos: crear un partido masculinizado.

Toda esta maniobra de distracción para ocultar el único sentido y trasfondo de la disputa: el poder. Errejón quiere formar los cuadros del partido, Iglesias despacha crípticamente el modelo organizativo en media página: hay que «descentralizarlo hacia la gente». Los caudillos no quieren cuadros ni intermediarios, sólo sumisión incondicional. A Lenin le recibió la multitud en Petrogrado con los acordes de LaMarsellesa. Sus Tesis de Abril eran propias de un lunático, pero fueron defendidas con inquebrantable convicción e impuestas manu militari a un partido ciegamente entregado al mesías de la revolución.

JAVIER REDONDO – EL MUNDO – 14/01/17