The Guindos Brothers y la ‘Operación Menina’

LIBERTAD DIGITAL 11/09/16
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS

Luis de Guindos pertenece a ese sector bivalvo o ambidiestro del Opus Dei que en tiempos de Franco se significó por establecer relaciones económicas con la URSS y cuya cabeza más visible fue el buen ministro de Exteriores Gregorio López Bravo, por el que Franco tenía predilección y que hubiera sido presidenciable de no mediar un accidente de aviación. No todo el Opus compartía esa ostpolitik de la pasta, ni ayer ni hoy. Los hubo y los hay honradísimos, pero si no en el dogma, como los Jesuitas, en lo moral el Vaticano II despertó muchas ambiciones non sanctas.

Aunque el gran Luis Suárez publicó hace años un libro sobre Franco y la URSS, es el momento de hacer la historia de los hombres de la URSS en la España de la Transición y su novelesca y desigual fortuna. Así, Juan Garrigues se suicidó oscuramente mientras Ramón Mendoza, cabeza del KGB en España y socio de Carrillo Jr. (según célebre portada de Cambio 16) brilló en el Real Madrid de la Quinta del Buitre, tal vez porque las rapaces –angoleñas, cubanas o nicaragüenses- no tenían secretos para él. Y astucias como comprar carbón de Polonia para romper la huelga minera de Asturias quedaron oscurecidas por el «milagro económico» que España debe al tardofranquismo opusdeísta desde el Plan de Estabilización de 1959, con hombres como Navarro Rubio y López Rodó, píos, honrados y entregados a la causa de asegurar la sucesión de Franco en Juan Carlos I.

Tras culminar la Transición con la llegada relativamente pacífica (lástima de 23F) del PSOE al Poder, la beautiful people–Boyer, Solchaga, De la Concha, Mariano Rubio, Polanco- enterró la pana de Felipe y el «socialismo de Puerto Hurraco» de Guerra. Y la ugly people del PP de Aznar enterró la austeridad de los no numerarios de la Obra y se lanzó a por el numerario, vulgo pasta. Felipe, instado por la biuti, aguantó cuatro legislaturas, pero Aznar se marchó a la segunda y dejó a la ugly huérfana. Y encima no designó sucesor a Rato, su líder natural, sino al oscuro Rajoy.


De AB y Lehman Brothers a la CAM y Mare Nostrum
Pese a todo, la biuti del PSOE y la ugly del PP, unidas por Rato y otros aznaríes, urdieron en la segunda legislatura de Aznar estrechos lazos que fructificaron en las tres legislaturas zapaterinas: las de ZP y la de Rajoy. Y ahí inicia Luis de Guindos una vida ejemplar de compadreo transversal. De Asesores Bursátiles (AB) agencia de amigos del sociata Croissier, migró a Lehman Brothers, donde vendió –un progre dirá estafó- cuotas participativas de la CAM. Prosperó como jefe de la sección de auditoría de la caja de ahorros Mare Nostrum, y desarrolló junto a otro miembro de la Obra más simpático, Martínez Pujalte y su sociedad Sirga XXI -que facturó a toda clase de cajas y cajones- una gran actividad como publicista de la solvencia de las Cajas. El cénit intelectual de esta tarea es la obra Pasado, presente y futuro de las cajas de Ahorro, publicada por Aranzadi y financiada por algunas de estas cajas tomadas por políticos y sindicalistas. El libro reúne lo mejor de la biuti y la ugly: Jordi Sevilla, el socio de MAFO en la SER Emilio Ontiveros, Julio Rodríguez, Luis Linde, Luis de Guindos y otras estrellas menores de ambas galaxias políticas.

En pleno desastre zapaterino, la ugly pepera cierra filas con la biuti sociata con un afán común: repartirse los altos cargos del Estado y hacer un gigantesco negocio con la ruina inminente de las Cajas. Porque mientras en libros y charlas aseguran su solvencia, planeaban repartirse sus despojos. No soy especialista en el ámbito económico y tengo sólo los datos que una mínima curiosidad política impone al periodismo de opinión, pero espero que un día alguna biografía no autorizada de De Guindos nos explique el papel de José Sevilla en Bankia, a la sombra de Goirigolzarri y esperando su privatización, como Boyer esperaba de la mano de Sarasola, Felipe, los Albertos y su KIO-Cartera Central heredar el Banco Central de Escámez. Y que nos cuenten el papel de Luis de Guindos en el intento de emplumarle Mare Nostrum a otra caja donde fungía, espléndido, el marido de Cospedal.


Las Desmemorias black de un presidenciable
Más fácil, por lo grosero del propósito, es entender por qué Luis de Guindos presenta este miércoles unas Memorias con prólogo y, según se anuncia, presencia del propio Rajoy, cuyo adelanto más sustancioso ha sido presumir de que fue él quien, dentro de la operación de linchamiento de Rato y su detención por agentes de Aduanas de Montoro en pleno centro de Madrid, ayudó a crucificar al PP de Aznar. Guindos presume de denunciar a la Fiscalía las famosas tarjetas black de Bankia, entre las que el juez rojo Andreu privilegió las de Caja Madrid y el propio Gobierno filtró a la prensa sabrosos detalles de cuantía y lencería. Pero Guindos se unió a la sórdida operación de Soraya y Montoro para ocultar su pasado black de vendedor de participaciones (CAM), auditor (Mare Nostrum) y lobbysta (Aranzadi) de esas catastroficajas de ahorro, objeto del rescate bancario que el mismo De Guindos pidió en 2012 y que al final, se redujo a tapar con dinero de todos los agujeros negros de los que cobró y donde tantos amigos colocó.

Cuando se unió al linchamiento de Rato con la denuncia de las black de Bankia –no las de la CAM o la Catalunya Caixa que malbarató- De Guindos se veía presidenciable, de ahí que dictara unas Memorias, que, como las de Bono, están hechas más para ilustrar al autor que para instruir al lector. Las Memorias de un político en activo buscan borrar huellas, no recordarlas. Y las del ministro de Economía que ha incumplido el déficit pactado con la UE en todos sus años de Gobierno y al que Moscovici, segundo de Dragui, dejó por embustero este mismo viernes, corren el peligro de ser conocidas como Las desmemorias de La Guindalera.

La culpa es del Caso Soria. De Guindos creyó cumplir un amable trámite al colocarlo donde le dijo Rajoy, pero se ha visto arrollado por lo que el G-7, órgano de oposición al sorayismo en el PP, llama «Operación Menina». Las grandes figuras de ese grupo -Pastor, Guindos, Soria, Cañete- albergaban esperanzas de heredar a Rajoy al frente de un PP sin mayoría. Pero tropezaron con la blitzkrieg de Soraya, que aprovechó el escándalo de Soria para bombardear a De Guindos desde sus destructores El País y La Razón como «el hombre que engañó con datos falsos a Rajoy». Por supuesto, es mentira. Hacía casi dos meses que Rajoy le había encargado colocar a Soria donde había pedido, el Banco Mundial, uno de los prados verde dólar donde pasta su amplísima familia natural y política. Hasta tres sobrinas y un centón de allegados pululan por esos vergeles inconcretos donde hasta Aído y Pajín han cobrado fortunas sin alfabetizarse antes.

La semana pasada ya hablé de la tomadura de pelo que supone el Caso Soria para la supuesta lucha contra la corrupción de la que presumió Rajoy en la investidura y que tanto ha encrespado a Ciudadanos. No hay nada que añadir. Pero volviendo a la guindalera de los USA, de ella extrajo De Guindos la solución de emergencia que para tapar el Caso Soria le pidió Rajoy. Y eligió a alguien de total confianza: su antiguo segundo Fernando Jiménez Latorre. Error letal. La «Operación Menina» seguía en marcha y enseguida supimos que Soria-2 tiene una mancha curricular mayor que Soria-1. Delawares aparte, tan poco delictivos como las black de cuya denuncia presume, Guindos ha elegido a un señor que adjudicó a la empresa en la que trabajaba pocos meses antes, Oliver Wyman, nada menos que los test de riesgo (stress) de la Banca española por 8 millones de euros. Con él.

El Tribunal de Cuentas, instancia jurídico-moral carente de autoridad ejecutiva, alertó sobre la opacidad de esa elección y De Guindos, perito en vulnerar el Octavo Mandamiento, mintió. Dijo que la elección fue cosa del Banco de España, cuando éste eligió a una de las dos empresas; la otra, del mismo grupo Marsh en el que trabajaba Latorre, la eligieron De Guindos… y Latorre. A pregunta del sociata Valeriano Gómez, el infatuado ministro de Economía se escudó en un supuesto carácter confidencial y secreto de la adjudicación y como el PSOE, con el PP disfrutando de la mayoría absoluta de 2011, era un desecho de tienta parlamentaria, no insistió. Pero existió la pregunta y existió la respuesta, o sea, la monumental trola del ministro. Y de ambas debería dar cuenta esta semana, en la que intentará que Rajoy limpie sus pecados políticos con el spontex de la Verónica de la Moncloa.


La «Operación Menina», dentro y fuera del Parlamento
Desde que estalló el caso Soria y se fletó el bote salvavidas Latorre, que también naufragó, la Oposición quiere que De Guindos se explique en el Congreso, a lo que De Guindos, aunque diga que irá, se niega a ir. Una cosa es rendir culto al Cordero de Dios y otra ir mansamente al matadero. Ana Pastor parecía decidida a arruinar del todo su prestigio aliviando de su carga a De Guindos, pero el vertiginoso avance de la «Operación Menina» la llevó el jueves a cavar una trinchera en el Pleno en el Congreso, que es lo que toca. Pero Soraya, a cuyo lado de Guindos es la ursulina ruborosa que finge ser, dijo este viernes que el Constitucional aún no ha decidido si las Cortes pueden vigilar al Gobierno en funciones, así que Guindos explicaría lo de Soria y Latorre en una comisión sobre Presupuestos y cosas sueltas. Cuando se pone leguleya, la Niña Ashishina 1 tiene la cara de hormigón.

De todas formas, mañana lunes, Ana Pastor tiene en su mano aceptar ese trágala o decidir que un Gobierno en funciones, tras dos escandalosas investiduras fallidas, no puede ni debe prescindir de las Cortes y que éstas acepten sin chistar que el Gobierno mande al Banco Mundial al Dioni o a Bárcenas. De Guindos, después de inventarse un concurso inexistente, puede atribuirle a cualquiera la calidad de altísimo funcionario con la más alta cualificación, pero la Presidenta de las Cortes no debería seguir pareciendo la chacha de Rajoy ni plegarse a una «Operación Menina» que, al final, ha de enterrarla.

Ante la estolidez del Pantócrator de Pontevedra, las intrigas para la sucesión de Rajoy tras las previsibles elecciones navideñas están llegando a un nivel de complejidad verdaderamente artístico. El Meninato (Hacienda-CNI-Cloacas) filtró los papeles de Jersey de Soria (que no estaban en los de Panamá) y se lo cargó. Arias Cañete se salvó del naufragio de Acuamed en el extranjero, lo mismo que Wert, y antes Mato, y después Fernández Díaz. Ser amigo de Rajoy es la única condición para lograr cualquier chollocargo en dólares. Pero en el Gobierno sigue la guerra. De los presidenciables del G7, enemigos del clan menino, está quemada Pastor y calcinado Soria. A Guindos le quedan diez minutos al horno y en Margallo sólo cree Margallo. El triunfo de Feijoo lo ata a Galicia. Cifuentes está ocupada en Madrid. De los jóvenes secreadjuntos, sólo Casado sería alternativa en un Congreso del PP que lleva año y medio de retraso. Y puede retrasarse año y medio más.

Esta semana, Soraya intentará conseguir sus penúltimos objetivos sucesorios. El último es, claro, heredar de Rajoy. Y en la noche del 27 puede confirmarse que el PNV necesita del PSOE, no sólo del PP, para gobernar. Pedronono, cuyo horizonte es llegar de candidato a Navidades, pondrá como única condición que los 5 escaños del PNV no respalden a Rajoy. Lo conseguirá, porque lo que realmente quiere Rajoy es ir a elecciones, no gobernar con el Parlamento al cuello; y si Marianono y Pedronono quieren que votemos, votaremos. No es verosímil que haya grandes cambios en el Parlament; y ante la renovada incapacidad de formar gobierno por Rajoy, llegaría el momento de culminar la Operación Menina. Salvo, claro, que la Niña Ashishina 2 se lance al magnicidio. La acorazada Menina atacará preventivamente a Mr. Cospedal a fin de impedirlo. Lo que no sabemos es si el Meninato amenazará a Rajoy con su horizonte penal o si Rajoy, tras haberle limpiado el partido, decidirá limpiarse al Meninato.

Mientras tanto, convendría que la inmensa tribu del aún ministro de Economía y Déficit, agraciada con tantos cargos en los más altos pesebres nacionales e internacionales, renunciara al feo anglicismo The Guindos Brothers y asumiera el castizo nombre de La Guindalera, que al cabo viene de guindar. Evitaría así la confusión con The Blues Brothers, película del llorado John Belushi que se estrenó en España con el título Granujas a todo ritmo. Para mí que, a este ritmo, el miércoles se queda sin gasolina.