Tres o cuatro aciertos

EL MUNDO 12/08/16
IGNACIO VIDAL-FOLCH

QUE ES QUE Ciudadanos, apoyando hace unos meses al PSOE para que formase gobierno, y ahora al PP, se porta con coherencia. ¿Coherente, ofrecerse a uno y a su contrario? Por qué no, si impones condiciones. De momento es el único partido que ha demostrado flexibilidad para no volver a las urnas.

Es una buena ocasión para recordar. Ciudadanos se fundó para asumir un papel del que habían desertado tanto las derechas como las izquierdas. Para desambiguar la política catalana, presentar batalla ideológica neta y sin complejos al nacionalismo y desplazarle de su papel de ineludible bisagra en la política nacional, cosa que ha conseguido, interviniendo en ésta y procurando corregirla, que es lo que hace con mejor o peor fortuna.

Es claro que en estos diez años ha contribuido a reducir, en todos los espacios de poder y órganos de decisión donde ha irrumpido, la influencia de los partidos nacionalistas.

En primer lugar, en el Parlamento Europeo, donde J. M. Terricabras, Ramon Tremosa, Raül Romeva y María Badia (socialista mientras el PSC le dio cargo) se lo pasaban de miedo jugando a denunciar al opresivo Estado español por un lance de un partido de fútbol o el vuelo de un avión militar por el cielo gerundense. La irrupción de Juan Carlos Girauta y de Javier Nart como europarlamentarios, y sobre todo el ingreso de Ciudadanos en la Alianza de Liberales y Demócratas Europeos (ALDE), donde hasta entonces los convergentes, como únicos representantes españoles, obtenían apoyo internacional, siquiera de boquilla y especialmente en las campañas electorales, ha sido letal para éstos; hasta el punto de que Tremosa tremola y suplica abandonar ALDE e irse al gélido espacio exterior sólo para ahorrarse el suplicio de que cada vez que abre la boca Nart o cualquier miembro de Ciudadanos Europeos le desmienta de forma más bien inmisericorde e inapelable.

En segundo lugar, el Parlamento catalán, un ámbito donde el principal partido de la oposición a la CiU de Artur Mas El Astut era la ERC de Oriol Junqueras… mientras acordaban su fusión en Junts Pel Sí: jefe de Gobierno y jefe de la oposición, amigos con derecho a roce y residentes en el Parlament. Inés Arrimadas le ganó bastantes rifirrafes al Astut antes de que éste tuviera que abandonar su despacho en la Generalitat, muy a disgusto y llevándose bajo el brazo el timón de la barca de su abuelito, que tanto le inspiraba; ahora Ciudadanos es en Cataluña el principal partido de una oposición real y no fraudulenta, y Arrimadas saca periódicamente de sus casillas al hereu del Astut, el Molt Honorable Cocomocho.

En tercer lugar, en el Senado y en el Congreso Ciudadanos ha sido decisivo para que los convergentes, en este momento de gravísima zozobra económica, se queden sin grupo propio, sin cuatro millones de euros, sin turno, sin seis asesores y en el gallinero, compartiendo micro con unos de Bildu y un animalista o algo así. Contribuir a esa asfixia es mérito exclusivo del voto de los dos representantes de Ciudadanos.

Quizá ahora en casita el Astut recuerde aquella vez en sede parlamentaria en que le espetó a Rivera con desdén: «Ustedes no son más que una pequeña minoría». Era cuando todos los periódicos y cadenas de radio y televisión del Astut competían entre sí y con otros por ver cual infamaba mejor a Ciudadanos. «Ojo», respondió Rivera, «que quien hoy es minoría a lo mejor, un día, es mayoría». Quizá no con estas palabras exactas, cito de memoria.