Un caganer busca su sitio

ABC 10/04/17
JUAN MANUEL DE PRADA

· Puigdemont ha decidido montar un chiringuito como el que tiene Carter, para poder seguir soltando cagaditas

Amí Carles Puigdemont es un tipo que siempre me ha caído simpático, porque me recuerda –con su aire entre zangolotino y mod– a los entrañables socios de aquel Club de los Zánganos soñado por Wodehouse, con su «coeficiente intelectual algo más bajo que el de una almeja que hubiese sufrido un golpe en la cabeza, allá en la infancia». Viendo que el belén catalán ya funciona por sí solo, Puigdemont se ha ido –¡entrañable almeja!– a dejar sus cagaditas en los Estados Unidos.

En un zulo de Harvard, Puigdemont soltó una charleta ante cuatro gatos (¡els quatre gats!); y poniendo cara de caganer dijo que «España es un país atrasado», para gusto de las almejas yanquis, que añoran una España pintoresca de curas trabucaires y bandoleros que desvalijan a las marquesas y después se las trajinan entre los riscos de Sierra Morena (para gustazo de las marquesas). Y añadió que en esa España atrasada los catalanes son tratados como los negros eran tratados antaño en los Estados Unidos. Con esta cagadita multiétnica, Puigdemont sólo habrá logrado confirmar a las almejas yanquis que, en efecto, los catalanes –como todos los españoles– son negros, tal como siempre habían asegurado los franceses (que sostienen que África empieza en los Pirineos) y los ingleses (para quienes, de Calais abajo, toda la humanidad es negra).

Pero después de soltar sus cagaditas en el zulo de Harvard, el caganer Puigdemont necesitaba soltar todavía algún zurullete más ante alguna almeja venerable (o incluso momificada), aunque fuese pagando. Y decidió que la almeja idónea era el expresidente Jimmy Carter, que después de ser vapuleado por Reagan montó en Atlanta un chiringuito dedicado a la picaresca de la paz y la concordia. Sobre la inteligencia de Jimmy Carter, su madre Lillian afirmó en cierta ocasión: «Cuando veo a mi hijo, me digo: Lillian, tendrías que haber permanecido virgen». Y durante la campaña en la que le birló la presidencia, Reagan hizo una broma fastuosa sobre Carter: «Recesión es cuando tu vecino pierde su empleo. Depresión es cuando tú pierdes el tuyo. Recuperación es cuando Jimmy Carter pierde el suyo». Pero Jimmy Carter, según cuenta la leyenda, en lugar de enfadarse con su sucesor, le entregó tres sobres al dejar el poder, para que los fuera abriendo, uno a uno, sólo en caso de crisis. Reagan abrió el primero cuando su popularidad descendió durante la recesión de 1982 y se encontró el siguiente mensaje: «Échame la culpa». Así lo hizo Reagan y recobró la confianza de sus votantes. Cuando el déficit volvió a dañar su popularidad en 1984, Reagan abrió el segundo sobre que le había dejado Jimmy Carter. Decía: «Échale la culpa al Congreso». Reagan hizo caso de la advertencia y fue reelegido. En pleno conflicto por la venta de armas a Irán, Reagan abrió el tercer sobre y leyó: «Prepara tres sobres».

Yo imagino a Puigdemont repitiéndole a Carter sus cagaditas sobre una España atrasada y una Cataluña deseosa de montar un referéndum o merienda de negros. E imagino a Carter poniendo cara de almeja con cefalea y despachando a Puigdemont con tres sobres, que debe abrir cada vez que no le dejen celebrar su puñetero referéndum. Por supuesto, Puigdemont no ha tenido la paciencia de Reagan y ya ha abierto los tres sobres. En el primero pone: «Échale la culpa a Rajoy»; en el segundo: «Échale la culpa al Tribunal Constitucional»; y en el tercero: «Prepara tres sobres». Así que Puigdemont, antes de quedarse sin sitio, ha decidido montar un chiringuito como el que tiene Carter, para poder seguir soltando cagaditas y que encima le den el premio Nobel. Lo hará con la satisfacción de haber dejado Cataluña convertida en una merienda de negros.