Un escenario de continuidad en Galicia y el País Vasco

EL MUNDO EDITORIAL – 18/09/16

· Los datos que arrojan las encuestas realizadas por SIGMA DOS para este periódico, muy similares a los ofrecidos por el CIS hace apenas 10 días, presentan un escenario de continuidad política en Galicia y el País Vasco. Aparte del sorpasso de Podemos y las mareas al PSOE, poco varía el equilibrio de poder en ambas comunidades y tanto Iñigo Urkullu como Alberto Núñez Feijóo, los dos políticos mejor valorados por los encuestados, volverían a obtener la confianza de unos votantes que se muestran satisfechos con la labor de los líderes al frente de sus respectivos Gobiernos.

En el caso de Núñez Feijóo, de confirmarse estos sondeos, sería su tercera mayoría absoluta consecutiva, lo que lo convertiría en el líder popular más apreciado por su gestión política y, dada la pérdida de poder territorial sufrida por el PP en las últimas elecciones autonómicas, en el candidato mejor situado ante la eventualidad de una sucesión de Mariano Rajoy.

Con el 45,7% de los votos, el PP obtendría entre 38 y 41 escaños de los 75 del Parlamento gallego. Estos datos demuestran que, ajeno a escándalos de corrupción, Feijóo ha logrado ganarse la confianza de la ciudadanía de Galicia y, gracias a una política moderada, centrista y eficiente, cerrarle el paso a Ciudadanos, que no ha encontrado allí el espacio electoral por donde colarse. La formación naranja tiene muy difícil obtener un solo escaño, con una estimación de voto de poco más del 4%.

Muy diferente, sin embargo, es la situación de En Marea, que ha logrado convertirse en la segunda fuerza parlamentaria, a costa del BNG, que pasaría a ocupar un lugar residual, y del PSOE, cuya bajada de casi tres puntos en intención de voto le acarrearía una pérdida de entre cuatro y cinco escaños. El éxito de En Marea, no obstante, es relativo, ya que baja con respecto al resultado obtenido en Galicia en las elecciones generales, debido a dos factores fundamentales: los conflictos internos con los líderes de Podemos, cuya candidatura conjunta se solucionó in extremis y a cara de perro; y por la desilusión que han causado los llamados alcaldes del cambio en Santiago, La Coruña y Ferrol, cuyas políticas parecen más destinadas a alimentar la confrontación ideológica que a solucionar los problemas de los ciudadanos.

En cuanto al País Vasco, el PNV vería recompensada su gestión con el aumento de la intención de voto, que le otorgaría una mayoría relativa de entre 26 y 28 escaños. En estos cuatro años, el líder nacionalista ha logrado la difícil tarea de normalizar y pacificar un territorio y una sociedad que aún viven con el amargo recuerdo del terrorismo y se enfrentan a las inevitables contradicciones y recelos que ha despertado el fin de la violencia.

Llama la atención que la gestión de Urkullu es bien valorada por los votantes del PP y del PSOE, que aprecian su esfuerzo por alejarse del independentismo radical y excluyente que representa Bildu. No obstante, aunque holgada, la mayoría del PNV sería insuficiente para gobernar. Lo más lógico es que Urkullu intentase llegar a un acuerdo con el PSOE, con el que los nacionalistas ya han gobernado en otros momentos históricos, y se apoyase en la abstención del PP para sacar adelante algunas leyes importantes.

El PP, con Alfonso Alonso como número uno, sólo obtendría entre 7 y 9 escaños, muy alejados de los 19 de Mayor Oreja y los 15 de María San Gil, pero sería el partido que tendría en su mano la llave de la gobernabilidad.

Por otra parte, Bildu lograría detener la bajada de votos experimentada desde la aparición de Podemos y se consolidaría en la segunda posición con 18 escaños, tres menos que hace cuatro años. La coalición abertzale no estaría, sin embargo, en disposición de encabezar ninguna mayoría alternativa a la de Urkullu, ya que Podemos, a pesar de su exitosa irrupción en el Parlamento vasco con 14 escaños, no podría servirle de aliado al no sumar entre ambos los diputados necesarios para gobernar.

Todo indica que Urkullu y Núñez Feijóo van a tener continuidad en su gestión, pero la cuestión que no tiene una fácil respuesta es cómo van a influir los resultados de estas dos comunidades en el escenario nacional.

¿Seguirá manteniendo Pedro Sánchez su veto a Rajoy? ¿Cambiará la posición del PNV y dará el paso hacia una posible abstención en un nuevo intento de investidura del líder del PP? Habrá que esperar al 26 de septiembre para saber si los resultados electorales desbloquean la actual situación, que, si nadie mueve ficha, nos conduce a unos nuevos comicios.

EL MUNDO EDITORIAL – 18/09/16