Un espejismo llamado Trump

PEDRO G. CUARTANGO – EL MUNDO – 12/11/16

· Freud en su famoso trabajo sobre el monoteísmo apelaba a la figura de Moisés como fundador de la religión judía. En su último y polémico ensayo, poco antes de su muerte, el padre del psicoanálisis sostenía que Moisés era egipcio y que los judíos habían recurrido a un mito histórico para reconstruir sus señas de identidad perdidas.

Salvando las distancias, algo así ha ocurrido con Donald Trump, en el que los estadounidenses han visto no lo que es sino lo que ellos quieren que sea: la encarnación del sueño americano, del famoso American way of life.

En unos momentos de incertidumbre y quiebra de los valores, en una era en la que el cambio tecnológico y la globalización han generado una profunda inseguridad, los americanos vuelven la vista a una figura que les proporciona la esperanza de recuperar las certezas perdidas.

La gran pregunta es por qué un candidato racista, que no respeta los derechos de las minorías, que desprecia la preservación del medio ambiente y que considera a las mujeres como un objeto, ha logrado ganar unas elecciones en el país más avanzado del mundo con 300 millones de habitantes.

La respuesta es que los votantes querían un líder que les ofreciera soluciones simples a problemas muy complejos y que les dijera lo que ellos deseaban escuchar. Es el mismo discurso que llevó al poder a Hitler después de la quiebra de la república de Weimar, y que nadie diga que estoy comparando a uno con otro. Lo que sostengo es que sólo es posible que un líder como Trump emerja cuando se dan unas condiciones de ruina moral y deterioro económico y social.

Trump es el Moisés que ha prometido devolver la grandeza de EEUU, como indica el eslogan de su campaña. Pero sus recetas no van a hacer más que agudizar todas las contradicciones de la sociedad americana y a empeorar los graves problemas que ya existen. De momento, 30 millones de personas se van a quedar sin el programa de asistencia sanitaria que tanto les costó sacar adelante a Obama y Hillary Clinton.

Trump es un producto de la sociedad del espectáculo, es un político que ha sustentado su imparable ascenso en el dominio del lenguaje de la televisión y en la hegemonía de las redes sociales. Pero carece de las más mínima consistencia ideológica y de la capacidad para dar una respuesta coherente a los grandes retos que se le presentan.

En la cultura política que ha dominado la segunda mitad del siglo XX, había unos filtros de selección de los líderes que garantizaban que sólo los más aptos podían acceder al poder. Hoy esas estructuras se han derrumbado y cualquier demagogo puede ganar unas elecciones, como se demuestra con el vertiginoso ascenso de los populismos en Europa.

Que la política haya derivado a la propaganda y que las ideas sean una reliquia del pasado, no debería impedirnos hacer una autocrítica de los fallos de los partidos y los dirigentes que han gestionado el sistema. Se han deslegitimado por su tolerancia a la corrupción y la especulación y su apego a los privilegios de los que han disfrutado. Su fracaso es lo que ha propiciado la eclosión de la demagogia y el populismo.

Trump es el producto de una sociedad desquiciada, que ha perdido las referencias morales y que se aferra a una ensoñación. Nada bueno nos va a traer su legítima victoria electoral. Creo que desde los medios tenemos que combatir este cáncer que amenaza los valores que sustentan la cultura europea, especialmente la tolerancia y la solidaridad.

PEDRO G. CUARTANGO – EL MUNDO – 12/11/16