Francesc De Carreras-El País

Las instituciones hay que respetarlas, no forzarlas. La moción de censura no se respetó y ahora estamos haciendo equilibrios

El Gobierno de Pedro Sánchez da continuas muestras de inestabilidad. Cada semana se ve envuelto en graves problemas, encadena uno tras otro, casi sin tiempo de respirar. Los motivos son, a veces, las imprudentes ocurrencias de su presidente (por ejemplo, reforma constitucional para modificar los aforamientos), otras veces los ataques injustos y desmesurados de la oposición (por ejemplo, la embestida contra Dolores Delgado, que supo ayer defenderse con gran dignidad). Pero esta delicada situación solo se comprende a partir de un cuestión de fondo: el Gobierno nace mediante una moción de censura mal planteada. Ahí está la raíz de todos los problemas.

En efecto, la Constitución establece que la moción de censura debe ser constructiva; es decir, en un mismo acto, un Gobierno debe cesar y otro debe reemplazarle. Nuestra forma de gobierno es la parlamentaria, lo cual significa que este nuevo Gobierno debe estar sostenido por una mayoría de diputados, en otro caso le será imposible gobernar.

En la pasada moción de censura no sucedió nada de eso, sino todo lo contrario: una ajustadísima mayoría parlamentaria acordó derribar al Gobierno Rajoy pero sin llegar a otro acuerdo, paralelo y necesario, sobre las políticas que debía llevar a cabo. Lo expliqué con más detenimiento en un artículo que se publicó el pasado 5 de junio. Fue una moción de censura destructiva, no constructiva: se acabó con Rajoy pero sin pactar un programa de gobierno y hacerlo después, cuando el Gobierno ya está formado, como se intenta ahora, resulta muy complicado.

Más aún con los socios escogidos. En efecto, quienes apoyaron al nuevo Gobierno mantenían escasas afinidades con el mismo. Algunos ninguna, como es el caso de los independentistas catalanes, que le ponen continuas trampas y le fuerzan a poner cara de póquer. Con Podemos hay más similitudes, pero no deja de ser un adversario en la disputa por la hegemonía de las izquierdas. La guinda es el PNV que, como siempre, va a la suya. Con estos compañeros de viaje, está sucediendo lo que debía suceder.

Pero lo más importante, aquello que puede provocar una convocatoria electoral, es la aprobación de los Presupuestos. Si no hay elevación del techo de gasto, si se continúa con la prórroga de los Presupuestos anteriores aprobados por el PP, no se pueden satisfacer de ningún modo las aspiraciones mínimas de Podemos. El atajo que pretende el PSOE modificando la Ley de Estabilidad Presupuestaria es inconstitucional, frontalmente contrario a la sentencia STC 119/2011 que establece una clara, y buena, doctrina al respecto.

Las instituciones hay que respetarlas, no forzarlas. La moción de censura no se respetó y ahora estamos haciendo equilibrios. Los apuros de este Gobierno se veían venir desde el minuto uno.