Xavier Vidal Folch-El País

No hay otra vía que establecer un “Govern efectivo” y retornar el autogobierno a la vía legal

Sostienen los independentistas sensatos que un Governen el extranjero es una locura. Que un president fantasma pero con poderes ejecutivos es una fantasmada. Y que si se quiere concluir la etapa de la intervención de la Generalitat por el Gobierno central no hay otra vía que establecer un “Govern efectivo” y retornar el autogobierno a la vía legal.

Aciertan.

Es por esa razón por la que deben acabar imponiéndose a los lunáticos. Y también porque las filas de los dirigentes indepes necesitan como agua de mayo obtener sueldos públicos, manejar prebendas para los acólitos y seguir monopolizando verticalmente los medios oficiales.

Ahora bien, como todo en ese mundillo acaba sometido al imperio del doble lenguaje deberían aclararnos qué entiende cada cual bajo la expresión “Governefectivo”. ¿Solo que tome posesión y los consejeros cobren? ¿O también un ejecutivo eficaz, eficiente, estable, armonioso y programáticamente inclusivo?

¿Cuáles son los requisitos que deben cumplirse para tildar a los próximos president y consellers de “efectivos”?

Al menos, tres. Uno, que el president tenga las manos libres ante la judicatura. No cumple ese estándar ningún investigado en el proceso al procés, nadie que esté incurso en la presunta comisión de un delito grave. Nadie que corra el riesgo de próxima inhabilitación.

Por eso huelgan los Turull y compañía, que además son exponentes de la etapa de la Convergència corrupta del Palau y del 3%.

Dos, que tenga las manos libres ante el expresidente fugitivo. Sus alucinaciones están adelgazando, oh benéficas, la opinión secesionista, pero sus estrambóticas imposiciones aún pueden destruir más la convivencia, la seguridad jurídica y la dignidad institucional de Cataluña. El nuevo president no debe ser la terminal de un ventrílocuo de feria.

Tres, no basta con ser solo “técnicos” como propuso, bienintencionado, Andreu Mas-Colell. Se necesitará autoridad para imponerse a toda la genteta que quiere reeditar la conversión de la institución del Gobierno autónomo en otro comité de agitación y desorden. Alguien que sepa respetarse a sí mismo/a y a las demás instituciones. Empezando por la Jefatura del Estado.