Un lío chino

HERMANN TERTSCH – ABC – 14/01/17

· En Pekín sabrían ya que Estados Unidos no puede permitir a la larga que China se meta hasta el cuarto de estar de sus vecinos en ese mar.

Rex Tillerson, el secretario de Estado nominado para el nuevo gobierno de Donald Trump ha dicho que China dejará de tener el silente beneplácito de Estados Unidos en su política de expansión e intimidación de sus vecinos. Eso, en principio tan sensato, ha irritado en Pekin y asustado en Washington. El régimen chino ha usado periódicos en inglés para ridiculizar estas intenciones y advertir de que tal bloqueo sería «casus belli».

En Washington, el susto fue morrocotudo cuando el nuevo secretario de Estado Tillerson dijo que hay que buscar formas de parar a Pekín, incluso con un hipotético bloqueo de sus islas artificiales. Probablemente hubo más susto en casa y Europa que en Pekín. En Pekín sabrían ya que Estados Unidos no puede permitir a la larga que China se meta hasta el cuarto de estar de sus vecinos en ese mar.

China es un país inmenso. Pero sus autoridades creen que no tanto como debiera. Aislacionista durante milenios, pasados sus fervores revolucionarios ha desarrollado una forma eficaz de ocupar y anexionar los mares de China: Con la fabricación de islas. Desde hace ya años, los chinos se han especializado en utilizar atolones, bancos de coral o zonas sin profundidad, para rellenar con tierra del continente, crear una base e instalar encima una base militar.

Como los británicos en Gibraltar, pero a lo bestia. E insisten que aquello es China eterna y su espacio aéreo y aguas territoriales también. Así se expande China por el agua. Los demás países asiáticos están horrorizados pero impotentes. Todos saben que las disputas de soberanía no las ganan los enanos cuando hay un gigante. El miedo a irritar a China es lógico. Pero ni su tamaño, ni su ejército ni su cartera de deuda norteamericana pueden llevar a China a tratar al gigante norteamericano como si fuera Filipinas, Corea o Singapur. Eso ha pasado.

Y en principio, nadie debiera alarmarse porque Tillerson pida estudiar formas de parar la permanente quiebra del derecho internacional por parte de China.