Un paso de líder

EL MUNDO 16/01/17
SANTIAGO GONZÁLEZ

PATXI LÓPEZ dio el sábado un paso de líder y le quitó el papel a Pedro Sánchez, aunque éste siga sin enterarse. Había esperado a que el Comité Federal convocara el congreso el 17 y el 18 de junio para postularse como candidato a secretario general. Un mes antes se convocarán lo que los socialistas españoles han dado en llamar erróneamente las primarias, en realidad candidaturas a la Secretaría General ante el congreso del partido. Las primarias son las elecciones internas para designar al candidato a la Presidencia. Primarias fueron las que enfrentaron a Almunia y Borrell. Lo que hubo entre Zapatero, Bono, Rosa Díez y Matilde Fernández no fueron primarias, sino un congreso.

Lo mejor del Comité Federal fue el excelente discurso del presidente de la Gestora, Javier Fernández, lástima que no esté por la tarea de postularse. Patxi López se queda muy justito como líder, mientras Susana sigue deshojando la margarita. No es que Susana Díaz pueda compararse a Harold Wilson, pero en este tiempo en que los laboristas han elegido a Corbyn habría que preguntarse con qué criterios eligen los socialistas a sus líderes. Sólo hay uno: rentabilidad electoral y Susana fue la candidata que ganó al PP contra todo pronóstico las andaluzas, tres meses después de la victoria histórica de Rajoy en las generales. Es cierto que López obtuvo la mayor representación que el PSE haya tenido en marzo de 2009 y que, gracias al apoyo del PP, pudo desalojar a Ibarretxe de la Presidencia, pero malbarató ese triunfo en una legislatura de tres años, en la que perdió 106.000 votos y nueve escaños, preámbulo de la debacle de 2016, aunque ésta se la anotara Idoia Mendia –su relevo– en el tramo final de la legislatura: otros 85.500 votos y siete escaños menos.

No es que el público votante sea veleta, que también. Es que la combinación de sectarismo y demagogia que le permitieron aceptar el apoyo del PP para ser lehendakari sin renunciar a denigrar a sus compañeros de viaje, lo convirtió en víctima principal de su más grave error político. No es posible convencer a los ciudadanos de que tienes que pactar para gobernar y que, al mismo tiempo, te da asco tu socio de Gobierno. Ha sido un ejemplar discípulo de Zapatero y de su peor epígono, Pedro Sánchez.

Qué lejos quedan los tiempos en que Javier Rojo, uno de los suyos, explicaba con arrojo el acuerdo con el PP del apretón de manos en el Kursaal entre Mayor Oreja, Nicolás Redondo y Fernando Savater contra el Plan Ibarretxe: «En los campos de concentración no le preguntaban a ningún judío si era de derechas o de izquierdas». Hace medio año, López animaba a Rajoy a buscar apoyos para la investidura entre los suyos, un suponer, el PNV, mientras el PSE ayudaba a gobernar a los nacionalistas en las tres diputaciones forales y en las tres capitales vascas, antes de que su sucesora suscribiera con Urkullu el pacto de Gobierno que volvió a elegirle lehendakari con el apoyo de los nueve escaños de los socialistas vascos.

Susana Díaz no es Rosa Luxemburgo, ni siquiera la abuela de Anna Gabriel, pero puede, a pesar del retraso con el que debuta en la carrera, ser una contrincante correosa para Patxi López. Bastaría con que reformulara el Pacto del Betis, aquel acuerdo de Felipe González con Redondo, Benegas y Múgica. Aunque en este remake tenga que enfrentarse a López, podría pactar con Ramón Jáuregui, que encarna a una parte del socialismo vasco más inteligente y con más capacidad de trabajo que sus compañeros, que no se muestran interesados en aprovechar sus capacidades. Susana haría de Felipe González y Jáuregui de Txiki Benegas.