Un volantazo que acerca al PSOE a los antisistema

EL MUNDO 22/06/17
EDITORIAL

LA PRESIDENTA del PSOE, Cristina Narbona, anunció ayer que su partido no apoyará el tratado de libre comercio entre la UE y Canadá (CETA) porque «no es de izquierdas». El volantazo de los socialistas llega tan sólo un día después de que en la Comisión de Exteriores del Congreso se votara a favor del dictamen del tratado, que sólo recibió los votos en contra de Podemos y ERC. Este cambio de postura no convierte necesariamente al PSOE en un partido antiglobalización, pero sí le acerca a la defensa del proteccionismo de los movimientos antisistema y de los partidos europeos de corte extremista que han mostrado su rechazo taxativo al CETA. Pedro Sánchez confirma así su giro a la izquierda, plasmado en el Congreso Federal con el reconocimiento de la plurinacionalidad del Estado –un hecho insólito en el PSOE– y con un discurso abiertamente orientado a disputarle el espacio ideológico a Podemos, asumiendo algunos de sus postulados.

Con la decisión de no aceptar el CETA, el PSOE abandona el consenso europeo alrededor de un tratado que fue aprobado en febrero en el Europarlamento con amplia mayoría. Sólo votaron en contra partidos euroescépticos y eurófobos –como el de Le Pen– y todos los representantes de la izquierda populista. Los socialistas españoles, a diferencia de otros grupos socialdemócratas en la Cámara de Estrasburgo, respaldaron un acuerdo que, sorprendentemente, ahora han decidido repudiar en virtud de la estrategia política de Sánchez. El PSOE debería preguntarse si las formaciones radicales y populistas que anidan en el Parlamento europeo son la mejor compañía para un partido que antaño fue un bastión de la socialdemocracia europea. Máxime teniendo en cuenta que, tal como publica hoy EL MUNDO, el viraje del PSOE no se produce tras la maduración de un largo debate sino a expensas de Podemos, que ha pedido a los socialistas rechazar el CETA y no negociar el techo de gasto con el Gobierno para sentarse a dialogar con Sánchez de cara a conformar una posible mayoría parlamentaria alternativa capaz de tumbar a Rajoy.

La propia aceptación de estas exigencias por parte de la nueva dirección socialista acredita su acercamiento a Podemos, lo que significa un cambio de 180 grados con relación a la estrategia de este partido desde el arranque de la legislatura. Sánchez, quien ayer acordó con Pablo Iglesias una reunión el próximo martes, quiere escorar al PSOE hacia la izquierda, en aras de priorizar la disputa de la hegemonía de ese espacio electoral a la formación morada. El líder socialista se ha lanzado a buscar todos los atajos posible para alcanzar La Moncloa, aunque el precio a pagar sea demasiado elevado. De ahí el reconocimiento de España como «nación de naciones» –en pago al apoyo del PSC a Sánchez en las primarias y en pleno desafío soberanista– y de ahí la creciente podemización de un partido cada vez más alejado del tradicional ideario de centroizquierda que asumió desde la Transición.

El giro del PSOE con el CETA se produjo el mismo día que la UE recibió el Premio Princesa de Asturias de la Concordia, a propuesta del eurodiputado socialista Jonás Fernández. Una paradoja que revela hasta qué punto el nuevo PSOE parece decidido a abandonar los rasgos de izquierda pragmática que le convirtieron en un partido con vocación de Gobierno. Y cabe recordar que fue el PSOE de Felipe González el que abanderó la integración de España en la UE y en el mercado común, un hecho que no sólo ha aumentado la competitividad de la economía española sino que ha procurado desde entonces la mayor etapa de prosperidad.

Precisamente, lo que persigue el CETA es eliminar barreras arancelarias y facilitar el intercambio de bienes y servicios. Por tanto, no es serio ni consecuente con su historia que el PSOE se deslice por la peligrosa pendiente de quienes han convertido su obsesión contra el libre mercado en una bandera cargada de demagogia e irresponsabilidad.