Una de cal y otra de arena

EL MUNDO 29/09/16
LUIS MARÍA ANSON

LAS ELECCIONES autonómicas han supuesto para Mariano Rajoy una de cal y otra de arena. Los terminales periodísticos del Partido Popular se han dedicado a multiplicar desde la medianoche del domingo la significación, altamente favorable para el presidente en funciones, de la mayoría absoluta gallega frente al descalabro del PSOE de Pedro Sánchez, sorpassado por En Marea-Podemos. Nada más lógico. El entorno de Rajoy ha entonado las glorias galaicas y la verdad es que, dadas las circunstancias políticas, no era fácil la aventura de Feijóo de consolidar por tercera vez la arrolladora victoria popular.

La paletada de cal no oculta, sin embargo, la de arena en el País Vasco. El partido de Mariano Rajoy ocupa ya el quinto lugar en Euskadi y se encuentra bordeando la irrelevancia, circunstancia apenas disimulada por el destrozo que ha desgarrado a los socialistas de Sánchez. El líder del PSOE ha reducido casi a la mitad su presencia en el Parlamento vasco.

Alfonso Alonso, que es hombre experto e inteligente, ha maquillado de forma muy hábil la endeblez popular en el País Vasco dando vagas justificaciones sobre lo ocurrido. La explicación de fondo del fracaso se reduce a los errores de la política que el PP desarrolla en el País Vasco al menos desde hace diez años. En lugar de atender con especial dedicación a un partido de centro derecha y cercana ideología como el PNV, Mariano Rajoy lo ha ninguneado con delectación, le ha dedicado siempre palabras recelosas y lo ha desdeñado públicamente con alevosa reiteración. Debió esmerarse en los gestos para atraer a los peneuvistas y ha hecho todo lo contrario. El tiempo que no supo dedicar a Íñigo Urkullu se habría convertido en oro político.

Y la respuesta vascongada ha sido el desdén con el desdén. Conocida la inmarchita-ble afición al teatro de Mariano Rajoy, que como todo el mundo sabe no se pierde un estreno, seguro que pensó a lo Moreto: su actitud desdeñosa supondría el acercamiento del preterido. Los dirigentes del PNV, sin embargo, han dedicado al PP el mismo desdén con el que han sido tratados. Al presidente en funciones, si hubiera contado con los cinco diputados peneuvistas, solo le habría faltado uno para alcanzar la investidura. No hay enemigo pequeño y el PNV ha golpeado donde más podía dolerle a Rajoy.

En las alambradas vascas, el Partido Popular se ha dejado jirones de su presencia nacional. El desgarro de las vestiduras del PP se ha producido sustancialmente por la torpeza de una política sin sentido. La altanería de Mariano Rajoy, la prepotencia de sus gestos y sus palabras, la soberbia con que ha gestionado desde la mayoría absoluta, la falta de atención a los afines, han provocado la reacción despectiva del PNV. Tal vez, sin embargo, no esté todo perdido. El Gobierno de la nación, con escrupuloso respeto a la ley, tiene muchas cosas que ofrecer al lendakari (palabra, por cierto, que con esta grafía figura en el Diccionario de la Real Academia Española). La política es una larga paciencia, un do ut des adecuadamente administrado. Todavía puede el presidente en funciones enderezar los caminos torcidos. Para ello, Mariano Rajoy tendrá que enviar definitivamente al desván del olvido la sandez de esa máxima arriólica que ha gobernado su mayoría absoluta: «No hay que hacer nada porque el tiempo lo arregla todo y lo mejor es tener cerrado el pico».