Una investidura ectópica

Santiago González-El Mundo

El Gobierno busca la manera de impedir la investidura de Puigdemont conforme a las leyes y según las más elementales reglas del sentido común, subvertidas ambas de múltiples maneras por Torrent, president del Parlament, y su candidato demediado que lo llamó a consultas en Bruselas, convertido en el Notorious Ranch de los delincuentes de Europa. La foto de la reunión del miércoles da la vuelta al protocolo: es el candidato quien ocupa la cabecera de la mesa y recibe al presidente de la cámara legislativa, al revés de lo que mandan los cánones. Por si eso fuera poco, el candidato imposible sienta en la mesa a toda su cuadrilla, los diputados prófugos Comín, Puig, Ponsatí y Serret, de los cuales solo Puig es de su partido. Comín y Serret son de ERC y Ponsatí, de la ANC.

El Parlamento es un lugar para que un candidato se someta a la sesión de investidura. Y lo que pretende el prófugo es una investidura ectópica, que es lo que se produce fuera del lugar que le es propio. Un suponer: un embarazo en el que el óvulo se fecunda en una de las trompas de Falopio. Aunque tratándose de este sujeto, también podría ser investido en las trompas de Eustaquio. Cosas que no pueden ser. Se lo aclaraba Reg en La vida de Brian a Stan, el militante del FPJ que quería ser Loretta para ser madre: «Tú no puedes parir, Stan, porque no tienes matriz. ¿Dónde vas a gestar el feto, en un baúl?»

El Gobierno ha iniciado trámites para hacer frente a este ektópos parlamentario. El Consejo de Ministros recurrirá, probablemente, esta mañana el encargo de la investidura a Puigdemont, aunque el primer paso no le ha quedado muy airoso porque el informe del Consejo de Estado, preceptivo aunque no vinculante, no entiende que estemos en el momento temporal de hacerlo. A uno, lego en esto como en tantas otras cosas, le parecía el del Gobierno un argumento irreprochable: no se dan las circunstancias porque su status jurídico actual es incompatible con su comparecencia personal en la Cámara, porque el prófugo «carece de libertad deambulatoria» en suelo español. O sea, que si se planta en España deberá ir al Tribunal Supremo, de grado o por la fuerza, pero no puede acudir al Parlamento catalán.

No lo tiene mucho más fácil el obsecuente Roger Torrent, uno de los más claros ejemplos de las excelencias presidenciales de ERC, después de aquel jardinero llamado Ernest Benach, aunque en el peor de los casos saldría con una pena más leve de su paso por los tribunales.

Fue una imprudencia por su parte encargar la investidura a un prófugo. Si el Gobierno aprueba el recurso y el TC lo admite a trámite, quedaría suspendido el encargo. En tal caso, a Torrent no le quedan muchas opciones: o la vía Forcadell por desobediencia o nombrar otro candidato, a lo que también estaría obligado por ley antes del 31 de enero. Si el Constitucional demora su repuesta y el día 30 se produce la investidura en trompas, volveremos a la Mesa del Parlament, o sea a Forcadell. Salvo que Torrent proponga a otro candidato, o candidata, para satisfacción de casi todos. Y todas, claro.