Una profesora con escolta

ABC 23/05/16

· La subdelegada del Gobierno en Lérida acude a dar clase en la Universidad con protección, tras un asalto de estudiantes

Inma Manso, subdelegada del Gobierno en Lérida, acudirá hoy a dar clase en la Universidad de Lérida (UdL) siguiendo una inédita y triste rutina que la acompaña desde hace un mes. Una escolta de la Policía Nacional, como la que suelen disponer los cargos gubernativos, la acompañará hasta el campus. Una vez allí, personal de seguridad privada de la universidad la escoltará a su aula, en la Facultad de Letras, y dos agentes de los Mossos d’Esquadra se colocarán en el pasillo de acceso a su clase para impedir que nadie quiera entrar en ella con ánimo de sabotearla. Así ocurrió ahora hace un mes, y de ahí la escolta: un incidente entre estudiantes y Mossos que acabó con la detención de una universitaria y un encierro de varios alumnos en los despachos del Rectorado, que sigue desde el martes. Protestan por la presencia policial en la universidad.

El incidente Unos estudiantes irrumpieron en su clase con gritos contra el PP, amenazas e insultos

«Claro que iré el lunes. Hay que respetar el derecho de los estudiantes a recibir clase», afirma Manso a ABC, tras recordar el origen de este conflicto que mantiene dividida a la propia comunidad de estudiantes.

Manso lleva diez años dando clases en la Universidad de Lérida. Ahora imparte la asignatura de Gestión de Conocimiento, dentro de la carrera de Comunicación Audiovisual. Desde que fue nombrada subdelegada del Gobierno, hace cinco años, Manso combina su función pública con la docencia, lo que en principio no debía ser problema. Pero lo es.

Según cuenta, hace años que de manera regular tenía que soportar que de vez en cuando el campus amaneciera

con octavillas con insultos a su persona y a lo que ella encarna, el Gobierno del Partido Popular. «Fascista» era el apelativo que más aparecía en esos volantes.

Sin embargo, hace un mes la cosa fue a más. Una quincena de estudiantes –aunque algunos no eran de la universidad– irrumpieron en su clase al grito de «fascista», «torturadora», «racista» y «asesina». Le recriminaron desde el trato de la Guardia Civil a los inmigrantes que llegan en pateras hasta la política del Gobierno con los refugiados de Siria o el gasto en Educación. Y la amenazaron: «No vas a dar esta ni más clases».

Manso destaca que algunos de sus estudiantes se encararon con los alborotadores. Les reclamaron su derecho a tener clase. Una alumna explicó que trabaja para pagar sus estudios.

Ante el asalto de los estudiantes, que se negaban a abandonar el aula, Manso llamó a los Mossos, que se personaron en la clase junto con los vicerrectores. Se intentó dialogar con los asaltantes, pero no hubo manera. Finalmente, Manso salió escoltada de la universidad. Desde entonces, cuenta con la triple escolta de seguridad.

El conflicto, sin embargo, se enconó el pasado martes. Durante una protesta de la Asamblea constituida contra la presencia policial, una estudiante fue detenida por enfrentarse a los Mossos, acusada de atentado contra la autoridad, y el incidente propició otra protesta que aún se arrastra. Varios universitarios –los asaltantes y otros que se sumaron a ellos– ocuparon el despacho del rector, Roberto Fernández, y otras dependencias anejas y allí siguen atrincherados, día y noche, desde entonces. La dirección de la universidad ha intentado negociar con ellos, pero hasta la fecha no se ha resuelto el conflicto. Mientras, surgen voces del alumnado, como la del Consejo de Estudiantes, que censuran el encierro.

Los alumnos encerrados conforman una amalgama de ideologías de izquierdas y antisistema. Desde miembros del independentista Sindicato de Estudiantes de los Países Catalanes hasta un personaje tristemente célebre: el joven rapero de nombre artístico Pablo Hásel, condenado por la Audiencia Nacional por incitar al odio en canciones que elogiaban a ETA, los Grapo, Terra Lliure o Al Qaida.

Sin acuerdo
El rectorado ha cedido ya a alguna de sus exigencias, pero con condiciones. La universidad se compromete a retirar la presencia policial y no reclamarla más, a no expedientar a los alumnos asaltantes ni a los encerrados y a no personarse en la causa contra la estudiante detenida. «Pero ya les hemos advertido que en la causa penal no podemos hacer más, porque hay una denuncia que sigue su curso», señala a a ABC el vicerrector, Jesús Avilla. En contrapartida, el rectorado exige a los estudiantes encerrados que se comprometan por escrito a permitir las clases de Manso y de cualquier profesor.

Por ahora, los estudiantes siguen atrincherados, a la espera de decidir en asamblea si ceden en su protesta o la mantienen. «¿Que cómo acabará? No tengo ni idea», afirma Inma Manso. Pero hoy irá a dar clase, insiste la subdelegada.