Una república roja y gualda

ARCADI ESPADA, EL MUNDO – 28/04/15

· Parece que el partido Podéis ha encontrado un obstáculo en su marcha, larga, hacia la respetabilidad. Nada menos que la bandera española. Los círculos viciosos («toma un círculo, acarícialo y se convertirá en un círculo vicioso», decía la cantante calva de Ionesco) debaten muy seriecitos si aceptan la bandera roja y gualda. Comprendo que el problema es de envergadura. No existe en el universo visible un partido político que haga ondear en sus mítines una bandera nacional distinta de la constitucionalmente establecida.

No veo dos banderas portuguesas, británicas, alemanas o francesas. Pero la ilusión óptica de la República continúa desgarrando los corazones adolescentes de España. Es significativo que a ningún partido que defiende la República como forma de gobierno se le haya ocurrido hacerlo con la bandera española. Este desprecio de la continuidad simbólica demuestra la inmadurez del proyecto y su alarde puramente estético; pero, igualmente, una voluntad de cambiar, no solo de régimen, sino también de nación, que emparenta fatalmente el republicanismo con el proyecto secesionista.

La discusión de Podéis no es, en cualquier caso, anecdótica. Pasan los años, cambian las generaciones, pero una gran parte de la izquierda sigue rechazando la comunidad política española. La voluntad de Podéis de regresar al inicio del posfranquismo no es más que la expresión atenuada de la gran revolución pendiente de la izquierda, que es ganar la guerra civil. A diferencia de la derecha, la izquierda no tiene necesidad alguna de condenar el franquismo, porque en su mundo para lelos el franquismo aún no ha sucedido.

Es verdad que entre 1977 y 1982 se abrió en la izquierda un esperanzador paréntesis simbólico e ideológico basado en el reconocimiento del derecho a la realidad, que debería ser el primero entre los humanos. Pero caló de una manera superficial. Pocos años después incluso un comunista tan querido por la derecha como Julio Anguita se ponía perfectamente morado de ideales: «El proyecto del PCE sigue llevando implícito el derecho a la autodeterminación y la forma republicana de Estado.»

Todo es viejo en ese supuesto nuevo partido. Pero sobresale su incapacidad de sacar a los vivos de la fosa.