Urkullu contiene el tono en su demanda de un «nuevo estatus»

ABC 28/03/16

· El «Aberri Eguna» marcó ayer el arranque de la precampaña electoral vasca

Un comedido Iñigo Urkullu aprovechó el acto con el que el PNV conmemoró ayer a mediodía, en la Plaza Nueva de Bilbao, el «Aberri Eguna», el «día de la patria vasca», para insistir en su reclamación de un «nuevo estatus político» para la Comunidad Autónoma que preside, pero lo hizo como parte de un discurso de perfil bajo en el que predominó un tono contenido, casi más institucional que de partido.

Urkullu, al que en la misma mañana la cúpula de su formación había propuesto como candidato a la reelección a lendakari, en un formalismo que completó con su visto bueno, indicó que «el futuro de Euskadi» pasa por «dar respuesta a la demanda social», que interpreta que es favorable a ese nuevo «estatus» que «actualice» el «modelo de relación con el Estado».

El objetivo último sería «más soberanía», pero sin «líneas rojas» y con «diálogo y entendimiento». «Hablamos de negociación y acuerdos. Hablamos de pacto», insistió. Previamente, en su alocución, se había referido a Europa como el marco en el que «Euskadi pueda participar en pie de igualdad como un pueblo con identidad propia».

El término «pueblo» volvió a aparecer cuando dibujó ante los 5.000 asistentes –cálculo facilitado por el PNV– un escenario en el que «Euskadi tiene la oportunidad de dar un salto adelante, un nuevo impulso», en alusión al lema elegido este año por los nacionalistas para el «Aberri Eguna». «Esa es la agenda vasca», apostilló, en un préstamo del término que han acuñado en sus negociaciones de investidura, por ahora frustradas, con Pedro Sánchez.

Como en numerosas ocasiones, Urkullu dejó que fuera el presidente del partido, Andoni Ortúzar –quien bromeó con las «canas por Euskadi» que le han salido al lendakari–, el que pronunciara las frases más altisonantes. Como la que cerró el acto: «Creemos en una sola patria, la patria vasca, y queremos hacerla crecer. Ni lo global ni el entorno político nos lo va a poner fácil, pero confiamos en nosotros mismos (…). Euskadi es nuestra única nación, nuestra única patria. Y queremos ser libres. Libres para vivir, libres para decidir, libres para ser», arengó a quienes habían acudido al Casco Viejo bilbaíno en la soleada mañana con la que la Semana Santa se despidió del País Vasco.

Clima preelectoral
Sobre el acto flotó la sensación, reforzada por el anuncio de la candidatura de Urkullu, de que comenzaba oficiosamente la precampaña para las elecciones autonómicas vascas, que se celebrarán tras el verano, salvo adelanto. El lendakari, al ensalzar su gestión económica, criticó por igual a «los catastrofistas», «los que predican una arcadia feliz» y «quienes predican nuevas formas de hacer política y (…) constatamos las maneras de centralismo democrático propias de épocas pasadas».

Ortúzar tendió la mano a la «izquierda abertzale», en aras de una «nación vasca», siempre que renuncie a «la revuelta social y la lucha antisistema», y al mismo tiempo le invitó a no acercarse a Podemos, potencial aliado tras las elecciones: «No parece realista pensar que quienes no se sienten ni tan siquiera abertzales puedan abrazar la causa independentista», lanzó, para criticar la oferta hecha en Anoeta por Arnaldo Otegi –a quien no citó– de sumarse a «un nuevo frente de conflicto con el Estado».

A la misma hora, en Pamplona, Bildu y el resto de la constelación de la «izquierda abertzale» participaban en una manifestación convocada por la red Independentistak, a la que se sumaron unas 10.000 personas, según la Policía Nacional. Ejerció de portavoz de la coalición Pello Urízar, quien abogó por construir «una mayoría social y política en torno a quienes reivindicamos el derecho a decidir».

«Una opción real»
«Tenemos la responsabilidad de ofrecer a la sociedad una vía, un instrumento, unos acuerdos, unas mayorías para avanzar en ese camino», añadió Urizar en un discurso en el que también se pudieron entrever los cálculos electorales. «Hacer ver que realmente la independencia es una opción real para mejorar y para asegurar nuestro futuro como sociedad y como pueblo».

El tercero en discordia, Podemos, que se estrenaba en el «Aberri Eguna», eligió la escultura «La paloma de la paz» de Néstor Basterretxea, en San Sebastián, como marco de un modesto acto en el que su secretaria general, Nagua Alba, reivindicó una «patria inclusiva, en la que quepan todas las identidades, todo el mundo, que no deje a nadie atrás», que defienda «los derechos humanos, la paz y los derechos sociales», y apostó por «un nuevo acuerdo de convivencia para Euskadi entre vascos».

Alba enarboló la bandera del referéndum. «Deben existir cauces legales para que todo proyecto democrático pueda ser llevado a cabo», enunció. «No puede haber un techo inmutable a la voluntad democráticamente expresada de la ciudadanía».