Urkullu en Auschwitz

SANTIAGO GONZÁLEZ – 23/04/17

Santiago González
Santiago González

· El lehendakari Urkullu ha visitado el pueblo polaco de Oswiecim, más conocido como Auschwitz después de que el nazismo levantara allí la máquina de exterminio de seres humanos más grande que jamás se haya puesto en marcha. En menos de tres años de funcionamiento, desde la primavera de 1942 hasta enero de 1945, fueron asesinadas en aquel lugar más de un millón cien mil personas.

Allí plantó el presidente del Gobierno vasco un retoño del árbol de Guernica como símbolo de convivencia, como “el compromiso con un futuro mejor para toda la humanidad: desde Auschwitz y desde Gernika, reclamamos y exigimos a la ONU la paz como derecho humano universal”. No me parece mal, aunque entre las dos localidades citadas haya una relación algo desparejada. En Guernica murieron 126 personas aquel 26 de abril. Casi un mes antes, el 31 de marzo, la Aviación Legionaria italiana había bombardeado Durango con un saldo de víctimas que al menos duplicaba a las que causó la Legión Cóndor en la villa foral.

Es tradición que el alcalde de Gernika, haga cada año por estas fechas una reclamación a Madrid al Gobierno español para que este pida perdón por el bombardeo de su pueblo. El grupo del PNV en el Senado volvió a incurrir en la demanda el pasado mes de enero. Uno nunca ha entendido la razón. En aquellas fechas, el Gobierno de España, eso que los nacionalistas llaman con cierta delectación ‘Madriz’, era el de la República y era combatido por los mismos aliados que bombardearon Durango y Guernica.

Un dato más, esas mismas aviaciones habían bombardeado meses antes Madrid. La primera vez, la noche del 27 de agosto de 1936, causando un muerto y varios heridos. Durante el mes de noviembre los bombardeos fueron prácticamente diarios, en aquella infecta rebatiña de sangre que tuvo lugar en noviembre de 1936 en la capital de España, mientras el bando republicano hacía las sacas de las cárceles que iban a parar a Paracuellos del Jarama. Fue Madrid la primera ciudad que sufrió un bombardeo aéreo sobre objetivos civiles, no Guernica ni Durango.

No me parece mal, ya digo, a pesar de la desproporción, pero creo que la sociedad vasca podría hacer un examen de conciencia por los 858 asesinatos cometidos por la banda terrorista ETA. Solo ETA ha causado el doble de víctimas que la Aviación Legionaria y la Legión Cóndor juntas en Durango y Guernica.

Hace unos años, durante un viaje a Berlín, vi el sencillo homenaje que Alemania había hecho a las víctimas del nazismo. En las aceras se encuentran pequeñas placas de bronce con un nombre, generalmente judío, la fecha de nacimiento y defunción y el lugar, muy a menudo Auschwitz. Las placas, stolperstein se llaman, señalan la casa en que vivieron hasta ser detenidos. Algo parecido puede verse en la Zona Zero de Nueva York, un monumento con los nombres de las casi tres mil víctimas del 11-S en las torres gemelas. No me parece mal, insisto y van tres, que el presidente de mi Gobierno autonómico vaya a homenajear a víctimas que también siento como mías, faltaría más. Pero no entiendo el celo que los alcaldes nacionalistas ponen en quitar las placas con las que COVITE trata de homenajear a las víctimas de ETA reivindicando sus nombres en los lugares en los que fueron asesinadas. No sé si me explico, lehendakari.

SANTIAGO GONZÁLEZ – 23/04/17