ARCADI ESPADAEL MUNDO

CARTAS A K.

Mi liberada:

La exhumación y posterior resignificación de la tesis académica del presidente del Gobierno ha permitido desvelar un significativo misterio español. Esto es, por qué Doctor Sánchez dificultó, drásticamente y durante varios años, el acceso a la tesis doctoral que con el título Innovaciones de la diplomacia económica presentó en noviembre de 2012 en la Universidad Camilo José Cela. Era por la indecencia. Afecta al texto en sí, un mero volcado de la información disponible sobre el asunto, síntesis sin tesis (©Bolaño) que evita en numerosas ocasiones los procedimientos obligatorios de cita. Cualquier lector convencional, sin conocimientos en la materia, detecta que la máxima aportación intelectual del documento se inscribe en el género de la paráfrasis. Y que las trampas en el manejo de las aportaciones ajenas e incluso de las propias (es aleccionador observar cómo el autor refríe, dejando un inevitable sabor acre, lo que en los artículos supuestamente académicos de origen apenas era pastosa glosa) pretenden evitar una evidencia científica y moral: la imperiosa necesidad de que todo el texto llevara, desde la primera página a la última, unas inequívocas comillas bajas españolas. Así se comprendería el verdadero alcance intelectual del opus de la tesis y así se habría evitado con eficacia –solo así– la acusación de plagio.

Respecto al plagio hay en los márgenes de la tesis una llamativa y oscura historia. En julio de 2013, es decir, unos pocos meses después de la presentación de la tesis, Doctor Sánchez firmó el prólogo del libro La nueva diplomaciaeconómicaespañola, que se presentaría en la librería Blanquerna el 12 de diciembre. No fue una presentación inane. Manuel Sánchez escribió en eldiario.es: «Llamó la atención que Sánchez reuniera a casi toda la dirección del partido. El libro lo presentaron el propio Ramón Jáuregui,Trinidad Jiménez y Ramón Paredes, y quedó un acto muy lucido. Pero, entre bambalinas, no era el libro lo que acaparaba la atención, sino el dirigente socialista en cuestión. Desde hace meses, su nombre se oye en los mentideros del Congreso como un posible candidato a las primarias del PSOE». El libro lo firman dos personas: Pedro Sánchez Pérez-Castejón y Carlos Ocaña Orbis, entonces joven jefe de gabinete del ministro Miguel Sebastián, quien escribe el prólogo. La doble autoría es insólita, porque libro y tesis son extraordinariamente similares y cercanas en el tiempo. Además, ¿quién dejaría cofirmar a otro un libro basado en la tesis de uno mismo?

La presencia de Ocaña como coautor plantea graves problemas. ¡Es fácil que cualquiera le acuse de plagiario! El libro no está digitalizado y por lo tanto no se le puede pasar, como a la tesis, uno de esos programitas informáticos (Turnitin, Viper) que son como la plancha caliente que mi inolvidable Fatty pasaba a la caligrafía hecha con zumo de limón. Pero apuesto a que la coincidencia entre libro y tesis reventaría el programa. De ahí la necesidad de un urgente careo entre el economista Ocaña y Doctor Sánchez: o a la tesis le faltó un autor o al libro le sobra uno. Ni siquiera en la Universidad española debe de haber muchos precedentes de alguien que haga una tesis y luego la publique repeinada en libro añadiendo una nueva autoría. La presencia de Ocaña es aún más sorprendente cuando se examina esta circunstancia sobrenatural: alguien con la suficiente competencia y prestancia intelectuales para cofirmar un libro llamado La nueva diplomacia económica española no aparece citado (¡ni en los agradecimientos!) en una tesis llamada Innovaciones de la diplomacia española presentada unos meses antes por el hombre que firma el libro con él. Oscuro no, nigérrimo. A la indecencia de la coautoría hay que sumarle dos elementos. Uno conocido, y es la semiclandestinidad de la tesis. El otro es que, insólitamente, el libro no revela en ningún momento su fuente. Es decir: en ningún momento se menciona que el libro es la tesis esenciada.

Una explicación puede ser la incuria. La indecente incuria. Voy a explicarte un chusco detalle para que comprendas su alcance y la similitud entre los dos documentos. En la bibliografía de la tesis se cita (página 341) un autor desconocido: Voir M. Granovetter (1985). El mismo que aparece citado, y del mismo modo, en la bibliografía (página 170) del libro. El señor Voir M. Granovetter no existe, aunque sí un cercano pariente suyo llamado M. Granovetter, autor de un artículo clásico en el que al decir de una persona entendida «plantea una crítica sociológica (en la tradición de Karl Polanyi) a la visión atomista del individuo en la economía neoclásica» y cuya «relación con la acción exterior fragmentada» –una frase de la tesis que remite a Granovetter– es, al parecer, inexplicable. A no ser que quepa explicarla por el mismo incurioso método intelectual que consiste en copypastear sin mesura, vaya usted a saber de qué remoto documento, no solo el nombre de Granovetter sino la voz francesa Voir, Ver, en francés.

Hay otra manera de explicar que el libro no mencione la tesis. Y es que sea previo a la tesis. No en su publicación, obviamente. Tampoco en su versión definitiva: el libro tiene, por ejemplo, este párrafo: «La Estrategia de Seguridad Nacional española de 2011, y la recientemente aprobada de 2013, incluyeron como una de sus principales novedades la necesidad de incorporar como fuente de riesgo las crisis económicas», que indica alguna actualización apresurada antes de su edición. Y digo actualización con toda maldad por la torpeza en la concordancia y porque más lógico habría sido escribir: «La Estrategia de Seguridad Nacional española de 2013 incluye, como la de 2011, la necesidad de incorporar como fuente de riesgo las crisis económicas». Es una hipótesis razonable pensar que el núcleo de este libro (actualizaciones y prólogo al margen) no sea un resumen de la tesis sino que ésta sea la ampliación e individuación del libro. La existencia de un documento maestro previo explicaría, por último, por qué Doctor Sánchez solo tardó un año en hacer su volcado. El libro se propugna, en este sentido, como una canónica carta de Poe.

La tesis fue calificada cum laude. La calificación y la composición de ese tribunal es otra de las indecencias. Estos días ha circulado por España un asombroso argumento exculpatorio: así pasa con la mayoría de las tesis. No tengo datos para sostener ni para negar ese argumento. Pero sí sé que la ejemplaridad a que está obligado el presidente del Gobierno es incompatible con la corrupción intelectual –y derivadamente económica– que esta tesis exhibe. No se trata de saber cuánta gente no paga impuestos, sino de saber si un defraudador puede ser presidente de Gobierno.

Fiel a sí mismo, el presidente ha extendido la corrupción hasta su respuesta. En lugar de acudir al Parlamento o someterse a las preguntas de la prensa, pintarrajeó en su muro de Facebook una sonrojante nota sobre su vocación profesoral y utilizó dos tiernos dibujos de sus hijas para presentarse como víctima. Y aún le hizo decir a su patética portavoz que había sido el primer presidente doctor de España, usurpándole al menos a Leopoldo Calvo-Sotelo esa condición. Pero hay que vencer la tentación de ridiculizar intelectualmente a Doctor Sánchez. Lo decisivo es su absoluta falta de escrúpulos. Para hacer su tesis doctoral. Para llegar al Gobierno. Para seguir en él mientras expulsa a otros menos culpables que él. Para decirle, en medio de un áspero debate electoral, al que había sido, tras oposición durísima, el registrador de la propiedad más joven de España: «Usted no es una persona decente». Decirle eso, conociéndose.

Sigue ciega tu camino.

A.