Venezuela, un estado sin derecho

ABC 08/09/16
EDITORIAL

DESPUÉS de la última manifestación multitudinaria de la oposición venezolana en Caracas y de las movilizaciones de ayer a lo largo de todo el país, incluso un dirigente como Nicolás Maduro está en condiciones de entender que el descontento social ha llegado en su país a un límite insostenible, prácticamente en puertas de la ruptura social. Pretender, como hace el presidente venezolano, que la situación mejorará con el tiempo es otro síntoma evidente de que el sátrapa del chavismo ha perdido el contacto con la realidad.

Las instituciones electorales y judiciales del régimen chavista están tan contaminadas por la parcialidad y la corrupción gubernamental que de forma razonable cabe dudar de que sean capaces de salvar al país del colapso. Y, sin embargo, la única esperanza sería que el Consejo Nacional Electoral asumiera por una vez un papel sensato y neutral y escuchase el clamor de los venezolanos por un referéndum revocatorio, un mecanismo legal y constitucional. Sin embargo, por lo visto ayer, esos mecanismos, que deberían servir para arbitrar y solventar conflictos sociales, se han convertido en meras correas de transmisión del régimen y en trincheras para defender a Maduro. Lo mismo puede decirse de la supuesta labor mediadora del expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, que pretende establecer un imposible equilibrio entre un régimen que utiliza mecanismos totalitarios para mantenerse en el poder a costa de devastar el país, por un lado, y la oposición, que ha demostrado tener el apoyo mayoritario de la sociedad y que en estos momentos es la única alternativa. Venezuela está al borde del abismo y todos los que maniobran para prolongar la agonía del chavismo cargan, por acción u omisión, con una grave responsabilidad política y ética.