Tonia Etxarri-El Correo

Con el acuerdo de última hora entre los socialistas navarros y la marca del PNV en el territorio foral (Geroa Bai) dando entrada a EH Bildu en la Mesa del Parlamento, a la socialista María Chivite se le allana el camino para presidir el Gobierno autónomo. No quiso explorar la opción constitucionalista con quienes habían ganado las elecciones logrando 20 de los 50 escaños, Navarra Suma. Y después de no pocos mensajes contradictorios desde la dirección del PSOE sobre si se dejaban apoyar o no por EH Bildu, Chivite ha preferido permitir, sin votarles ella, que los abertzales radicales tengan un puesto en la máxima institución jurídica del Parlamento foral. Era un condición impuesta por el PNV navarro. Resuelto el dilema. Ahora la socialista Chivite puede explicar que EH Bildu ha conseguido la secretaría segunda pero sin sus votos. Podía haberlo impedido si hubiera facilitado el control parlamentario para el centro derecha. Pero su apuesta era otra.

El PNV quería a EH Bildu en el control del Parlamento. Le parece un disparate que gobierne el centro derecha que ha ganado las elecciones pero no le produce ningún reparo promocionar a la izquierda abertzale que aún no se ha despegado de la trayectoria de ETA porque se niegan a condenar su historia. En realidad tienen tantas coincidencias en el viejo Reyno de Navarra que resulta lógico ver todos los movimientos que han sido capaces de promover con tal de no perder la joya de la corona, después de cuatro años de legislatura abertzale. Quieren seguir con las campañas de euskaldunización y el proyecto de anexión a Euskal Herria, sobre todo. Y los socialistas, finalmente, accedieron a las exigencias de Geroa Bai. Los socios de Otegi , pues, gracias al PNV navarro, tienen mando en plaza en la Mesa del Parlamento.

A partir de ayer se ha despejado la vía para la investidura de Chivite. Tiene muchas posibilidades de presidir el Gobierno foral si EH Bildu se abstiene. Pero estos últimos movimientos condicionarán la investidura de Sánchez en el Congreso. Porque la negociación de Navarra ha cambiado las tornas. Si el candidato a presidir el Gobierno de España lograba asegurarse el apoyo de Podemos, PNV, Compromís y el PRC, ya no le hubiera hecho falta depender de ERC con la abstención de los dos diputados de UPN. Pero esa posibilidad, desde ayer, ya ha decaído. Porque los socialistas han permitido que sus compañeros en Navarra den a EH Bildu una secretaría en la Mesa del hemiciclo. Un cambalache que aún muchos no entienden porque no caen en la cuenta de que el PSOE de Sánchez no tiene ya nada que ver con el de José Blanco y el de Pérez Rubalcaba, que provocaron sonadas dimisiones de sus dirigentes regionales cuando chocaron los criterios sobre la política de alianzas. Sánchez se mueve con otras pulsiones.

En este crucigrama de fórmulas entrelazadas, han colisionado los intereses del PNV y Navarra Suma. Entre los nacionalistas y los constitucionalistas de centro derecha, el PSOE ha optado por los primeros. Al PNV le interesa mantener el trofeo de Navarra después de haberlo conseguido en la pasada legislatura. Y a Sánchez le conviene contentar a los nacionalistas vascos como uno de sus socios estables. Unos socios que han conseguido imponer en Navarra la presencia de la izquierda abertzale. La investidura de Chivite, cada vez más factible. La de Sánchez sigue en el aire. Lo que quiere decir que seguimos sin gobierno en España.