¿Y si la masa se desinflara en Cataluña?

EL PAÍS 08/02/17
JOSÉ ANDRÉS ROJO

· Las muchedumbres necesitan alimentarse permanentemente —crecer— y un día, sin mediar grandes acontecimientos, se funden, se deslavazan, desaparecen

En La antorcha al oído, uno de sus libros biográficos, Elias Canetti recuerda que un día, en Francfort, fue abducido por la masa. Estaba observando una marcha obrera que protestaba por el asesinato de Rathenau, que había sido acribillado por firmar un tratado con la Unión Soviética, cuando sintió un fuerte deseo de integrarse y formar parte de esa corriente que avanzaba con una imponente resolución. “Pese a no ser obrero, asociaba sus exclamaciones a mi persona, como si de verdad lo fuera”, comenta; así que terminó cediendo y se hizo masa, y avanzó codo con codo con los demás.

Poco tiempo después se lo contaba a su primo, diez años mayor que él y un vibrante orador sionista acostumbrado a enardecer con eficacia a sus paisanos. “Ya he tenido algunas experiencias con la masa”, le contó. “Yo mismo me sentí pasta blanda. No puedo olvidarlo. Quisiera comprender lo que es. Quisiera entenderlo”.

Masa y poder, publicado en 1960, fue el resultado de sus desvelos por intentar entender ese enigmático fenómeno, el de las masas, que llevaban ya tiempo influyendo de manera decisiva en la política, marcando los derroteros con sus marchas y movilizaciones, y concentraciones de todo tipo.

Canetti no entra ni en las proclamas ni en las ideas que movilizan a la gente, quiere simplemente saber qué ocurre con la masa, cómo se comporta, cuáles son sus armas de seducción. “El acontecimiento más importante que se desarrolla en el interior de la masa es la descarga”, escribe. “Se trata del instante en el que todos los que pertenecen a ella quedan despojados de sus diferencias y se sienten como iguales”.

Más adelante añade: “En busca de este instante feliz, en que ninguno es más, ninguno mejor que otro, los hombres se convierten en masa”. Ya había explicado que “el ansia de crecimiento es la primera y suprema característica de la masa”, y también que “allí donde se origina, en su mismo núcleo, no es tan espontánea como parece”. Y, bueno, Canetti también apuntaba en sus consideraciones que “con la misma rapidez con la que se constituyó, la masa se desintegra”.

Las reflexiones de Canetti, aunque no consigan nunca agotar las inquietantes cuestiones que las masas generan, sí facilitan algunas herramientas para saber por dónde suelen tirar. Subrayó el fuerte contenido emocional que las agrupa, advirtió de que no surgen de pronto de la nada (hay un grupo que las motiva) y, también, mostró lo caprichosas que pueden llegar a ser. Necesitan alimentarse permanentemente —crecer— y un día, sin mediar grandes acontecimientos, se funden, se deslavazan, desaparecen.

Es curioso que ante cada manifestación del independentismo catalán se tire siempre de calculadora. Igual es porque se trata de un movimiento que se sostiene en el movimiento (nacional). Por eso ponen tanto énfasis en la escenificación y en la liturgia. ¿No será que temen el día en que esa masa de pronto se desintegre?