«Yo no soy Artur Mas»

EL CONFIDENCIAL 06/04/16
JOAN TAPIA

· Rajoy cree que con el Parlamento elegido el 20-D está muerto y que para sobrevivir necesita unas nuevas elecciones

Algunas frases del diálogo de Mariano Rajoy con Jordi Évole en La Sexta del domingo por la noche (algo más de un 20% de cuota de pantalla, también en Cataluña) revelan la estrategia del presidente del Gobierno y líder del PP.

¿Usted me garantiza que en todo este proceso de negociación va a seguir siendo el presidenciable del PP?

– Sí.

– ¿No va a dar un paso al lado?

– No voy a dar un paso al lado porque…

– Esto es lo que decía Artur Mas y al final lo dio.

– Bueno, es que yo no soy Artur Mas.

En efecto, ahí está la clave. Artur Mas se retiró en el último minuto porque su prioridad era evitar la repetición de las elecciones y llegó a la convicción de que la CUP no le votaría y habría que ir a otra comparecencia ante las urnas. Y que en ese caso -tras tres meses de peleas entre Junts pel Sí y la CUP– peligraba mucho la ajustada victoria del 27-S. El independentismo podía bajar del 47,8% obtenido (sumando la CUP) y podía esfumarse la mayoría absoluta en el Parlament. Mas aspiraba a revolucionar el marco institucional, y un descenso electoral habría sido el fracaso. Mejor retirarse, dejar a un hombre de su partido y de su confianza en la Generalitat e intentar seguir adelante.

La apuesta de Mariano Rajoy es la inversa. Él no quiere cambiar ningún marco institucional, solo aspira a seguir gobernando y ha llegado a la conclusión de que, como el PSOE no va a abstenerse a su favor en ningún caso, con el parlamento del 20-D está muerto.

Por el contrario, cree que si se repiten las elecciones -lo que considera probable porque nadie del PSOE apuesta por un pacto de izquierdas y porque ve difícil que Pablo Iglesias dé el placet al pacto del PSOE con Ciudadanos-, las cosas pueden cambiar a su favor.

Rajoy ha tomado nota de que las encuestas indican que el PP (y el PSOE) tienen gran estabilidad de voto y volvería a ser el primer partido a cierta distancia

Por eso no solo no intentó el pacto con Rivera que le hubiera dejado estancado en 163 diputados, a 13 de la mayoría absoluta y con más votos en contra que a favor, sino que no ha intentado ni por un minuto enredar la madeja aceptando la negociación a tres bandas, tanto con C´s como con el PSOE, que le ha pedido Rivera con insistencia. Barrunta que por esa vía quizá podría poner al PSOE en una difícil posición y romper el pacto de Sánchez con Ciudadanos pero que no lograría ser investido. La condición última, suponiendo que el PSOE aceptara ese pacto a tres a la derecha, sería su cabeza. Incluso Rivera instó al PP a cambiar de líder en el debate de investidura.

Al perder la mayoría absoluta el 20-D y encima no sumar con Ciudadanos, Rajoy dejó de mandar en el terreno de juego. Por eso optó -pese a la pérdida de imagen y respetabilidad que indudablemente le ocasionó- por lo más conveniente, lo menos malo, no presentarse a la investidura, no someterse al pim-pam-pum de la oposición y salir derrotado.

Optó por alargar las cosas -a ver si los barones del PSOE cortaban la cabeza de Pedro Sánchez– y apostar por nuevas elecciones con la esperanza de que el líder del PSOE no lograría una mayoría alternativa. Su apuesta -contraria a la de Mas- es que no solo le convienen sino que necesita unas nuevas elecciones para sobrevivir.

Rajoy piensa -y en eso las encuestas le dan la razón- que los votos que el PP obtuvo el pasado 20 de diciembre son bastante seguros. Que es difícil que baje de los 123 diputados actuales y que en todo caso el descenso sería pequeño. Es más, apuesta a que el fracaso de Pedro Sánchez en articular una mayoría alternativa y la prolongación de la incertidumbre hasta el 26 de junio aviven el voto conservador, que siempre tiene miedo a lo imprevisible, y desanimen al progresista.

Si el PP volviera a ganar las elecciones, Rajoy tendría a su favor que sería inadmisible otra repetición electoral y que la presión para investirle sería muy fuerte

Y entonces, si se repiten los resultados o si el PP sube un poco y Podemos desciende algo (es la hipótesis tanto de la encuesta de ‘El Mundo’ del domingo como la que se colige de los cálculos de Metroscopia para ‘El País’), las circunstancias le serán más favorables. Podría ser (encuesta de ‘El Mundo’) que sumara mayoría absoluta con Ciudadanos. Pero si así no fuera, el PSOE, desmoralizado y con un Sánchez derrotado por segunda vez, no podría negarle una abstención en la votación de investidura, ya que seguiría siendo la primera fuerza. Las elecciones pueden repetirse una vez, pero no dos veces seguidas.

En un nuevo Parlamento, Rajoy apuesta por ser investido con el apoyo de Ciudadanos o con la abstención casi forzada del PSOE. Y la preferencia por la gran coalición que está explicitando las últimas semanas cree que le permitirá situarse no ya solo como el candidato de la derecha sino también como el campeón de la responsabilidad y el defensor de una solución europea. Al fin y al cabo -lo explicitó en la entrevista-, en Alemania gobierna una gran coalición bajo la presidencia de Merkel, porque el CDU fue el primer partido, y en Austria otra gran coalición con presidencia socialista, porque allí ganaron los socialdemócratas. Es así, aunque también es no recordar que las circunstancias en España son muy otras porque aquí -al menos desde que Aznar fue elegido líder del PP- las relaciones entre los dos grandes partidos han sido siempre a cara de perro.

En todo caso, Rajoy cree que si el 26-J el PP volviera a ser el primer partido, a una distancia apreciable del segundo, la presión de todos los medios responsables para que España no llegara sin Gobierno a 2017 sería tan fuerte que tanto el PSOE como C´s tendrían que cambiar de actitud. En especial si -como apuntan las encuestas- la mayoría de izquierdas fuera todavía más imposible que ahora por la bajada de Podemos.

La segunda a favor del PP es que la bajada de Podemos que detectan todas las encuestas haría más difícil aún la formación de una mayoría de izquierdas

En esta hipótesis, Rajoy tendría la ventaja de haber encabezado dos veces en pocos meses la lista más votada. Cuando el 20-D cayó de 186 diputados a 123 sufrió un descalabro, pero repetir 123 diputados, o subir a 127 (o incluso bajar a 119) el 26-J, podría ser vendido como un éxito. De alguna forma, los electores le habrían ‘indultado’ de sus pecados (corrupción y Bárcenas incluidos)

Si, es una apuesta arriesgada. Primero, porque no se puede descartar que al final Podemos -parece que Íñigo Errejón va por ahí- se incline por abstenerse en la investidura y dejar a Pedro Sánchez gobernar en minoría. Segundo, porque tampoco es seguro que el mapa electoral se repita más o menos como está. Cabe la posibilidad -que es cierto que las encuestas no detectan- de un nuevo descenso del PP y/o de un ascenso de la izquierda o de Ciudadanos mayor al esperado.

Pero el cálculo de Rajoy es claro y totalmente contrario al que hizo Artur Mas en la primera semana de enero. Con este Parlamento, estoy muerto. Con nuevas elecciones, puedo resucitar. Porque los electores del PP me seguirán votando. Porque el cansancio puede incrementar la abstención, lo que en España siempre beneficia a la derecha. Y porque tras seis largos meses de incerteza puede haber electores centristas, o incluso socialistas, que opten por el mal menor. Que piensen aquello tan español de que “más vale malo conocido que bueno por conocer”.

Claro que esta temeraria estrategia tampoco asegura el final deseado. Puede que el PP vuelva a ser el primer partido, y a distancia del segundo, pero que tanto C´s como el PSOE se cierren en banda y pongan como condición un cambio en la presidencia del Gobierno. En ese caso, Mariano Rajoy sí que podría acabar como Artur Mas. Aunque, eso sí, tendría el record en haber gobernado en funciones.