Zapatero vuelve a agasajar a Maduro

ABC 18/05/16
EDITORIAL

· Para el PSOE es un auténtico problema de coherencia que Zapatero agasaje al régimen chavista mientras a González se le impide entrar en Venezuela a defender a los presos

POR segunda vez en cinco meses, José Luis Rodríguez Zapatero se ha presentado en Venezuela como «mediador» de la nada, porque negociar con Nicolás Maduro carece de sentido cuando tiene en prisión a relevantes miembros de la oposición política, cuando vulnera derechos humanos de forma sistemática y, sobre todo, cuando mantiene en la miseria a un país que hace solo unos lustros era un lugar próspero. Esta visita del expresidente del Gobierno coincide, además, con la última soflama furibunda del líder bolivariano contra España, a la que ayer distinguió públicamente con sus insultos, igual que a ABC, objeto permanente de su obsesión y a quien esos denuestos bolivarianos sin duda enorgullecen.

Zapatero no lleva encargo alguno del Gobierno español, y además es lógico que irrite a sectores del PSOE cuando la visita consiste en hacer el caldo gordo a las autoridades de Caracas en el momento más delicado del mandato de Maduro. No en vano, la celebración de un referéndum revocatorio para desalojarlo del poder está en la mente de la mayoría de venezolanos, y crecen los rumores de un «autogolpe» para reforzar su poder a la desesperada. Maduro busca el modo de mantenerse como presidente a toda costa movilizando al Ejército, y en nada beneficia al PSOE que Zapatero aparezca como una suerte de protector del régimen, o que se le identifique además con los postulados de Podemos en plena precampaña electoral. Zapatero incurre en una enorme falta de oportunidad, como ya demostró en otros polémicos viajes, por su cuenta, a Guinea, La Habana o Marruecos.

Desde hace meses, Maduro está en una huida permanente hacia adelante. Venezuela ha perdido casi el 25 por ciento de su PIB en cuatro años y se ha convertido en un polvorín social que ha empezado a explotar. Supermercados vacíos, indignación social, violencia en las calles, pobreza progresiva, carencia de alimentos y medicamentos básicos, cortes de luz… Ese es el legado de Maduro, que dirige un país en estado de emergencia absoluta.

En estas condiciones, si algo sobra son gestos de simpatía y comprensión. Para el PSOE es un problema lidiar con la incongruencia de que Zapatero agasaje a Maduro y, a su vez, González defienda a los opositores presos. De hecho, el primero llega a Caracas entre los aplausos del régimen chavista y las suspicacias de la oposición democrática, mientras a González se le hurta el derecho a entrar en el país para entrevistarse con los reclusos a los que defiende. Maduro ha suprimido la libertad de expresión en Venezuela, y no hay día que no dedique insultos a España y a su Gobierno. Ayer mismo. Incluso, ha suspendido la importante actividad de Cáritas en ese país. ¿Qué hace allí Zapatero? La pregunta es retórica; la respuesta, clara: nada salvo dar oxígeno a quien el pueblo venezolano ha puesto contra las cuerdas.