«La equidistancia no es tan fácil de quitar como un póster»

Aurelio Arteta, que presentó ayer en Bilbao su nuevo libro ‘Mal consentido. La complicidad del espectador indiferente’ de la mano de la Fundación par la Libertad, opina que ETA pervivirá al menos durante una generación, si no más, «porque va a pervivir su daño y el caldo que la ha hecho posible».

Tras libros como La compasión. Apología de una virtud bajo sospecha (1996) y La virtud en la mirada. Ensayo sobre la admiración moral (2002), Aurelio Arteta, catedrático de Filosofía Moral y Política en la UPV/EHU, estuvo ayer presentando en Bilbao Mal consentido. La complicidad del espectador indiferente (Alianza Editorial).

Pregunta.- ¿Qué es el mal consentido?

Respuesta.- Con esa expresión quiero referirme a un mal que no tiene su origen en la naturaleza, como pueda ser una catástrofe natural, sino que es de naturaleza social, que nos hacemos unos a otros. Y también es un mal que es público: aquél que se comete en nombre de un pueblo, de un Estado… Y del que somos responsables porque nos afecta a todos.

P.- En el libro no oculta que esta idea está en buena parte inspirada en la realidad vasca.

R.- No quisiera que el lector creyera que el libro se centra en el País Vasco. En cierto sentido, ha sido el impulso y el telón de fondo para las reflexiones que presento en él, por lo que hago referencias más o menos regulares a nuestra sociedad. Pero el libro habla de realidades que están presentes en cualquier coyuntura, como esos alegatos de «no se podía hacer nada», «algo habrá hecho la víctima»; esos mecanismos de sujeción al grupo, de temor al aislamiento, de insensibilidad moral…

P.- ¿Bastaría con el fin de ETA para poner fin al problema o sería sólo un primer paso?

R.- No basta con la desaparición de ETA, sino que no pueden seguir existiendo sus justificaciones. Aunque hoy desapareciera ETA, no por eso las víctimas iban a poder vivir tranquilamente, reconciliadas en la sociedad vasca. Ni muchísimo menos. Porque no sólo se han sentido víctimas de los terroristas. Se han sentido también víctimas de tantos espectadores como han callado. Por tanto, no se trata únicamente de que desaparezcan los terroristas. Tiene que cambiar radicalmente la actitud de esta sociedad, hacer un examen de conciencia muy serio, pedir perdón de verdad y sólo al final podrá darse, espero, aunque se tardará, una reconciliación.

P.- ¿Contribuye la retirada de carteles de presos a romper esta complicidad del espectador indiferente?

R.- Se han dado pasos evidentemente positivos y absolutamente necesarios. No se puede estar exhibiendo los carteles de quienes han causado tantos sufrimientos y sobre todo de quienes piensan de una manera tan deplorable. Pero se trata de pasos insuficientes todavía. Las equidistancias en las que tanta gente ha estado chapoteando no es un mal que se pueda quitar con tanta facilidad como un póster. ETA pervivirá, por decirlo de otra forma, porque va a pervivir su daño y el caldo que la ha hecho posible, no sé si durante generaciones, pero sí durante una, seguro, y no sé si durante alguna más, por desgracia.

EL MUNDO, 28/10/2010