«La historia no la escribirán los verdugos»

DIARIO VASCO, 22/10/11

Maixabel Lasa rechaza un final de ETA «con impunidad» e insta a la banda a anunciar su disolución. Euskadi fue escenario ayer de varios homenajes que tuvieron por objetivo mantener viva la memoria de las víctimas

«Las víctimas, que tanto hemos perdido, tenemos derecho a la esperanza y a un futuro mejor para nosotras y nuestros hijos, donde la verdad, la justicia y la memoria de lo acontecido constituyan los principios morales que hagan de la sociedad vasca una sociedad más justa, más compasiva y más libre». Maixabel Lasa compareció ayer en el Parlamento Vasco como directora de la Oficina de Atención a las Víctimas del Terrorismo del Gobierno Vasco, pero sus palabras van más allá de su cargo institucional. Viuda del exgobernador civil de Gipuzkoa Juan Mari Jáuregui, asesinado por ETA en el 2000, lleva años esperando que la banda anuncie su final «sin vuelta atrás». «Ese tiempo de futuro se ha abierto», proclamó.

Lasa acudió a la Cámara de Vitoria para asistir a la ponencia sobre víctimas del terrorismo, pero el comunicado dado a conocer la víspera en el que los terroristas anunciaban el «cese definitivo de la actividad armada» trastocó el guión previsto. Maixabel participó en el homenaje que la institución legislativa rindió a los damnificados y en el que estuvieron presentes todos los partidos con representación en el Parlamento, encabezados por su presidenta, Arantza Quiroga. Entre los asistentes figuraba la hermana de Mari Mar Blanco, parlamentaria y hermana de Miguel Ángel Blanco, secuestrado y asesinado por ETA. El acto, que se celebró junto a la escultura de Cristina Iglesias erigida en recuerdo de las víctimas en la entrada de la Cámara vasca, consistió en una ofrenda floral -se depositaron 25 rosas blancas-, seguida de un minuto de silencio y un sonoro aplauso en su honor. «El comunicado es una buena noticia, pero los demócratas debemos seguir adelante con el recuerdo muy vivo», expresó Quiroga, en alusión a los más do ochocientos asesinados y al numeroso reguero de heridos.

La directora de la Oficina de Atención a las Víctimas del Terrorismo se congratuló de que «los ciudadanos inocentes» hayan «conquistado la libertad» porque, según subrayó, «la derrota de ETA es el triunfo de la democracia». Lasa se mostró, a priori, optimista. «Hoy -por ayer- tenemos un motivo para la alegría», señaló. Ahora bien, advirtió de que la dicha no será «plena» hasta «el día que se produzca la disolución de la banda». La viuda de Jáuregui se sumó de esta forma a la inmensa mayoría de damnificados que esperaban y esperan un paso más contundente por parte de los terroristas. Echan en falta, entre otras cuestiones, la entrega de los arsenales y el reconocimiento del daño causado, como garantía de que las armas quedarán desterradas por completo. Maixabel aseguró comprender «muy bien» los sentimientos de «desazón, inquietud, preocupación e incredulidad que, con mayor o menor intensidad, pueden atenazar el ánimo» de quienes sufrieron el azote de ETA. «Es la consecuencia lógica de una historia de muerte, dolor y enorme sufrimiento, así como de las decepciones pasadas». Las treguas fallidas han hecho mella en este colectivo. «Es difícil desprenderse del todo de esa sensación de estar viviendo un sueño irreal, que cueste creer que esta vez sea la de verdad», reconoció.

«Relato único»

En un momento en el que la izquierda abertzale tradicional se ha hecho con feudos institucionales de gran calado y salen a la palestra cuestiones como una nueva amnistía o la puesta en marcha de una mesa de diálogo, la preocupación de «un amplio sector» de las víctimas por un final de la violencia en el que se reescriba la historia no hace sino ir ‘in crescendo’ a medida que se suceden los acontecimientos. Si algo temen es que el «cese definitivo» anunciado el jueves por la banda suponga un borrón y cuenta nueva, «como si aquí no hubiera pasado nada». Lasa aprovechó su comparecencia en el Parlamento Vasco para manifestar su «profundo» rechazo a un final de ETA «con impunidad», al tiempo que reiteró su «compromiso personal absoluto» para «evitar un final ignominioso para los que han padecido el sin sentido de la violencia». «La historia no se contará al dictado de los verdugos ni de quienes han justificado o consentido la barbarie», expresó tajante. En esta línea, quiso trasladar un mensaje de «serenidad». Abogó así por confiar en el Estado de Derecho. «Las instituciones y la sociedad vasca no van a permitir que la impunidad y la indecencia moral se abran paso al calor de una noticia por la que hemos estado suspirando tanto tiempo», manifestó. Maixabel terminó su intervención con un sentido recuerdo a las 858 personas asesinadas por ETA. Entre ellas, su marido. «Os tenemos en nuestros corazones», concluyó.

El homenaje que acogió el Parlamento Vasco no fue, sin embargo, el único que se celebró ayer en Euskadi. El PSE desconvocó un mitin electoral en Barakaldo y, en su lugar, celebró un acto en memoria de las víctimas del terrorismo. Los socialistas, que estuvieron encabezados por los cabezas de lista del partido a las elecciones del 20 de noviembre, Ramón Jáuregui, Odón Elorza y Eduardo Madina -este último sobrevivió a un atentado de ETA-, eligieron un escenario especialmente simbólico para la celebración de este tributo: el monolito dedicado a Fernando Buesa y su escolta Jorge Díez, en los Jardines de la Libertad de Vitoria. Ambos fallecieron como consecuencia de la explosión de un coche bomba colocado por la banda terrorista el 22 de febrero de 2000. También asistieron al homenaje los consejeros del Gobierno Vasco Rodolfo Ares, Idoia Mendia y Carlos Aguirre, así como el presidente del Senado, Javier Rojo, y la política socialista Esther Cabezudo, a la que ETA intentó asesinar en 2002, cuando era teniente de alcalde de Portugalete. La viuda de Buesa, Natividad Rodríguez, no pudo estar presente en el acto al encontrarse de viaje.

«Las víctimas serán el testimonio del único relato que la historia admitirá de esta tragedia que tanto dolor ha provocado. Nadie podrá jamás negar su holocausto», declaró Jáuregui. El ministro de Presidencia, que rememoró que «durante muchos años, cuando ETA mataba día sí y día también», se congratuló de la «victoria» de la democracia sobre el terrorismo, «sin protagonismos, sin reproches». «Se acabó el mirar a cada lado de la calle cuando salíamos del portal, dar instrucciones a nuestros hijos para que no abran la puerta a nadie, el mirar debajo del coche… Se acabaron los barrios prohibidos para los demócratas, las vigilancias obligadas, los cambios de horarios y de domicilio», proclamó. Jáuregui no quiso finalizar su intervención sin mandar dos mensajes. El primero tuvo como destinatario a José Luis Rodríguez Zapatero, a quien agradeció su «esfuerzo titánico, demasiadas veces incomprendido». Y el segundo, al lehendakari. El ministro socialista emplazó a Patxi López a liderar la superación de las heridas para allanar el camino hacia la convivencia reconciliada, y para que «la verdad y la memoria no se utilicen como arma arrojadiza entre unos y otros».

DIARIO VASCO, 22/10/11