¿Están preparados?

Las negociaciones entre el Gobierno británico y el IRA no empezaron hasta que los terroristas católicos dieron muestras de que estaban preparados. El papel de ‘mando en plaza’ de Gerry Adams no es el de Otegi y los suyos sobre ETA. Se necesitan garantías de que no es otro engaño para volver a las instituciones.

Cuando se intuyen las dificultades, hay que afrontarlas con un plan previsto. Es lo que el entrenador del Barça, Pep Guardiola considera «estar preparados para una situación incómoda». Que, traducido al campo político, viene a ser un aviso para no bajar la guardia. Alertaba hace algunas semanas el ‘vicepresidente de todo’, Alfredo Pérez Rubalcaba, que, a medida que nos vamos acercando al final de ETA, habrá que afrontar situaciones difíciles y, por lo tanto, la unidad democrática va a ser más necesaria que nunca. Intuía el riesgo de la quiebra de la unidad democrática, el peligro del despiste en este estado de confusión en el que nos movemos desde que la izquierda abertzale está intentando cumplir con los requisitos para poder presentarse en las próximas elecciones.

Pues bien, el portavoz de Ezker Batua en el Parlamento vasco (que cuenta actualmente con un escaño en el hemiciclo de Vitoria) ha decidido emular al anterior lehendakari para reclamar un diálogo político «sin exclusiones» y, por lo tanto, justificar su rechazo al llamamiento que ha realizado Patxi López a todos los partidos políticos, democráticos se entiende. Que, para dar la nota, no está mal pensado. Pero no se sostiene que este portavoz reclame al lehendakari que se libere del «yugo» del Gobierno de Zapatero y de su socio, el PP vasco, mientras que a la izquierda abertzale, todavía sin romper con el terrorismo, no le plantee más exigencia que un genérico rechazo «a todas las violencias».

Es en la búsqueda de la equidistancia, un terreno abonado en anteriores procesos de pulsos entre el Ejecutivo de turno y la banda terrorista ETA, donde muchos se pueden perder. De todos los intentos erráticos de búsqueda de la razón entre dos bandos que nunca existieron, se ha podido comprobar que ETA ha salido ganando. Que únicamente ha visto mermadas sus fuerzas cuando el Estado, con todos sus aparatos (el Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial) ha ido acosando a los terroristas. Por lo tanto, todo lo que la ciudadanía espera de la izquierda abertzale es una demostración de que su apuesta llega hasta el final. Y el final no será otro que el de la ruptura con ETA.

De no ser así, y dada la experiencia del camino recorrido, trufado de trampas para osos y engaños para incautos, se pensará que la izquierda abertzale quiere volver a utilizar el fin de ETA como moneda de cambio de una negociación política. Como ha ocurrido desde los comienzos de esta abominable historia. El embajador de Irlanda en España, Justin Harman, declara hoy a EL CORREO que las negociaciones entre el Gobierno británico y el IRA no empezaron hasta que los terroristas católicos no dieron muestras de que estaban preparados. Y ahí está la clave, tantas veces repetida. El papel de ‘mando en plaza’ que ejerció Gerry Adams, desde el Sinn Fein, no tiene nada que ver con la autoridad (nula) que han desempeñado Otegi y los suyos sobre ETA.

Quizás el pulso se libre ahora a favor de los que quieren hacer política con mayúsculas. Pero se necesitan pruebas. Garantías de que no nos encontramos en otro intento engañoso con el único fin de volver a recuperar un lugar en las instituciones. En eso siguen pensando los observadores mientras estudian atentamente los movimientos de Rufi Etxeberria.

Muchos de nuestros portavoces políticos se mueven en las procelosas aguas de la confusión. O son ellos mismos quienes generan ese estado de zozobra. El caso es que nadie quiere perder su minuto de gloria ante los medios de comunicación y ya sea a través de blogs o de conferencias de prensa improvisadas, todos los representantes políticos tienen algún consejo que dar. Pero no es justo utilizar ‘muletillas’ tan aparentemente ingenuas como falsas sobre la conversión del entorno político de ETA. Algunos portavoces hablan de «la apuesta de la izquierda abertzale» con tal ligereza que da la impresión que se ha producido un movimiento espontáneo, asambleario, libre y euskaldun. Y no. Como si la izquierda abertzale, un buen día de sol radiante y viento sur, hubiese decidido convertirse a la democracia. Y tampoco. A las cosas y a las causas hay que llamarlas por su nombre. No son ganas de enredar sino de recordar.

Y conviene saber el por qué de los cambios en el entorno de ETA y Batasuna. Quienes omiten que la Ley de Partidos, con la consiguiente prohibición de las fuerzas políticas no democráticas, ha sido el motor que ha puesto a mil revoluciones la presión de la izquierda abertzale sobre ETA, estará faltando a la verdad. Porque ha sido la asfixia política, policial y judicial, y no otra causa, la que ha provocado el comienzo del seísmo que empieza a desplazar las fichas del tablero.

Tenemos en ciernes la cita con las urnas en las municipales. Pero luego vienen más fechas electorales: las del Parlamento vasco en 2012. Para entonces tendrá que estar el campo de juego libre de contaminación terrorista. Y, para que no quede el mínimo poso de suspicacia, la sociedad tendrá que exigir a los terroristas y a quienes les han amparado que condenen no sólo la violencia futura sino la pasada. No hacerlo, significaría darles ya la primera contrapartida política.

Tonia Etxarri, EL CORREO, 13/12/2010