¿Para qué queríais a Amaiur?

Iñaki Ezkerra, EL CORREO 17/12/12

Sinceramente, uno ya no entiende nada de los pactos tácticos de este PSOE.

Hay veces en que la incoherencia es capaz de irritarle a uno más que la misma maldad. Y es que, con el malo, sabes a qué atenerte. Sabes que elegirá siempre el mal, como su condición indica. Pero el incoherente es del todo imprevisible. Algo de esto me pasa con Rubalcaba y con su insólita decisión de vetar la firma de Amaiur en su recurso de inconstitucionalidad contra la actualización reducida de las pensiones aprobada por el Gobierno. Rubalcaba alega para justificar ese pintoresco veto «el pasado de la formación abertzale». Sinceramente, uno ya no entiende nada de los pasos tácticos de este PSOE. Es como si su dirección se hubiera vuelto loca a fuerza de hacer del tacticismo el único valor. Para una vez que Amaiur defiende una iniciativa que no ofende a las víctimas del terrorismo ni pretende la voladura del Estado de derecho, sino que apela a la legalidad constitucional, se pone a hacerle asquitos morales el partido que se partió la cara y el alma por su legalización.

Recuerdo que, cuando yo era niño y decía que me daban asco las natillas o la clara del huevo, mi abuela me llamaba «escrupuloso tragamoscas» en alusión a mi capacidad para comerme las uñas o para cualquier otra guarrada clásicamente infantil. La expresión me viene ahora a la memoria con esta escrupulitis ética que le acaba de entrar a Rubalcaba y que demuestra el nulo peso que tienen ya Patxi y Eguiguren en Ferraz. Ellos, que querían vender la reconversión democrática de la ETA política se encuentran con que no sólo no ha tenido su táctica ninguna rentabilidad electoral sino que ahora se la echa por tierra, tácticamente, Rubalcaba para que no tenga siquiera rentabilidad ‘moral’. A no ser que, en su empacho de tacticismo, también Eguiguren y Patxi hayan llegado a este rizo del rizo, en cuyo caso cabría hacerles a unos y a otros la misma pregunta: ¿Para qué queríais a Bildu y a Amaiur?

No entro a criticar un recurso al Constitucional por parte de un PSOE que no solo «no actualizó todo lo que debía» las pensiones sino que las metió en 2010 en un congelador del que las sacó hace un año, y en cuanto llegó al poder, el partido hoy gobernante. No entro en la crítica a esa amnesia porque –como digo– entiendo la lógica, la retórica, el código de la hipocresía, de la mentira y de todas las formas graves o veniales de la maldad. La pared con la que se estrella irremisiblemente la razón de uno es la de la incoherencia de quien está dispuesto a ciscarse en las víctimas; a cargarse la política antiterrorista que mejores resultados ha dado en toda la historia de la democracia; a mover peones en el Tribunal Constitucional para que dejaran en ridículo al Supremo; a blindar una doctrina jurídica que, en este momento, hace imposible la marcha atrás… y que, de repente, nos sale con que una firma le da más asco que la tarta de moscas que se ha zampado con las manos.

Iñaki Ezkerra, EL CORREO 17/12/12