Autocríticas

Para la aceptación de Batasuna en la sociedad democrática no es suficiente una ambigua promesa de futuro; se les debe exigir un distanciamiento de su pasado, de la violencia practicada o de la capitalización política del terrorismo durante décadas. No es admisible que se pretenda seguir justificando la historia de ETA.

En su mocedad, Arnaldo Otegi fue uno de los miembros de un grupúsculo que se denominó ETA Político Militar VIII Asamblea pro KAS, cuyos integrantes, una veintena de personas, fueron conocidos en la calle como ‘milikis’. Eran unos escindidos de la rama ‘polimili’ en 1983, que rechazaron el abandono de las armas y pidieron el ingreso en ETA militar.

Los ‘milis’ pusieron varias condiciones para aceptar a los miembros de aquel grupúsculo. La primera exigencia fue que demostraran que tenían una cierta entidad y para ello debían pasar un año desarrollando atentados. En ese tiempo colocaron siete bombas y fracasaron en los secuestros que intentaron. La segunda, que tendrían que presentarse de uno en uno para ver si eran admitidos individualmente en ETA-m. La tercera que hicieran una autocrítica por su trayectoria pasada, una autocrítica que contemplaba toda su historia de ‘polimilis’.

Otegi y sus compañeros entonaron el mea culpa exigido para poder ser aceptados por ETA-m: «Con el sabor amargo de siete años de historia, los militantes consecuentes de la Organización p-m nos vemos en la obligación de aceptar nuestra responsabilidad histórica y la total autocrítica como parte integrante que hemos sido de este proceso». «Hemos reconocido nuestra equivocación y comprendido que sólo una asunción de la ideología y del marco organizativo y político que propugna KAS puede propiciar nuestra incorporación al proceso revolucionario vasco», añadían.

Ahora Arnaldo Otegi y el resto de sus compañeros de Batasuna pretenden que la ciudadanía les crea cuando dicen que se han distanciado de la violencia, pero no son capaces de formular una condena clara al terrorismo ni desmarcarse de ETA. Todo lo fían a su capacidad de persuadir a ETA para que lo deje. No son capaces de prometer que condenarán el próximo asesinato, porque ni siquiera fueron capaces de condenar el último crimen de ETA, el de un policía francés, cometido en marzo pasado cuando ya se habían adoptado todas las resoluciones asamblearias que ahora Otegi invoca como muestra de buena voluntad.

Para la aceptación de Batasuna en la sociedad democrática no es suficiente una promesa de futuro ambigua, sino que se les debe exigir una nueva autocrítica en la que se distancien de su pasado, de la violencia practicada o de la capitalización política del terrorismo que han realizado durante décadas. Los efectos de esa trayectoria pasada están todavía presentes en forma de intimidación social o de ventajismo político. Algunos de esos efectos, como las víctimas causadas, son irreversibles y no es admisible que se pretenda justificar la historia pasada de ETA como sigue haciendo Batasuna.

Florencio Domínguez, EL CORREO, 19/10/2010