Batasuna intenta el todo por el todo para volver a la escena política

La cuestión que divide a los analistas españoles es saber si es posible o no dar credibilidad al enésimo partido nacido de las cenizas de Batasuna, el partido independentista vasco prohibido en 2003 por sus nexos con ETA.

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Los promotores del nuevo partido creado por la izquierda abertzale, bautizado como Sortu (palabra que en vasco significa nacer), entregaron el miércoles 9 de febrero, por la mañana, sus estatutos en el Ministerio de Interior, que deberá remitirlos sin dilación al Fiscal General del Estado, como había anunciado días atrás el ministro Alfredo Pérez Rubalcaba.

Cinco miembros, todos desconocidos para los medios de comunicación, dieron a continuación una rueda de prensa en la sede de Madrid de la Asociación de Amigos de la Unesco acompañados por Alex Masley, miembro del partido irlandés Sinn Fein (que fue el escaparate político del IRA), y del presidente de los Abogados Europeos para la Democracia y los Derechos Humanos, Bill Bowring.

Estos dos pidieron que al gobierno español que no deje pasar “la oportunidad que se les ofrece de avanzar hacia la paz” y “que diera muestras de valor” permitiendo al partido estar presente en las próximas elecciones municipales del 22 de mayo.

Pero la cuestión que divide a los analistas españoles es saber si es posible o no dar credibilidad al enésimo partido nacido de las cenizas de Batasuna, el partido independentista vasco prohibido en 2003 por sus nexos con la organización armada ETA.

SORTU SÓLO SE REFIERE A LA VIOLENCIA FUTURA

Después de doce tentativas, que todas terminaron en fracaso, ¿desembocará la de Sortu en la vuelta de los Abertzales (patriotas) al juego democrático? En cualquier caso, sus promotores consideran que han hecho todo para que los jueces españoles no puedan elegir más que legalizar su nuevo partido.

Afirmando el “rechazo de la violencia, incluso la de la ETA”, “el compromiso por una vía únicamente política y democrática” o la “soberanía de su funcionamiento interno”, decidieron responder aproximándose a las exigencias de la ley de partidos, votada en 2002 y responsable de la prohibición de Batasuna. Con el riesgo de no gustar a la ETA.

Por otra parte, poniendo en primer plano a desconocidos de la escena política vasca, impiden que los jueces encuentren en sus actos o discursos motivos para prohibir el partido.

En cambio hay ciertos pasos que no se han dado. Los promotores de Sortu rechazan “condenar” la violencia, término reemplazado por el de “rechazar”. Sólo se refieren a la violencia futura pero rechazan hablar de la violencia pasada que ha ocasionado 829 muertos en España en 40 años. Y, de momento, no contemplan pedir oficialmente a la ETA que abandone las armas.

EL GOBIERNO ESPAÑOL SE MANIFESTÓ “ESCÉPTICO”

¿Bastará todo esto para que la justicia española prohíba Sortu? Todos los analistas consideran que será, al menos, complicado. Una cosa es segura, el nacimiento de Sortu se produce en un clima que muchos coinciden en calificar como “inédito”.

En el lado de la ETA, la presión policial española y francesa ha permitido detener a sus principales dirigentes militares, desmantelar sus principales redes y debilitar su estructura. A lo que hay que añadir crecientes tensiones de su ala política, Batasuna, que ha presionado a la organización armada para que declare un alto el fuego que aumentaría sus posibilidades de poder estar presente en las próximas elecciones.

Todo esto desembocó, el pasado mes de septiembre, en la declaración de la ETA de una “parada de acciones ofensivas”, completada el 10 de enero, por un “alto el fuego unilateral, general y permanente”. Sólo falta que la justicia española determine si existe una verdadera ruptura entre la ETA y los militantes abertzales.

En cuanto al gobierno español, que se ha mostrado “escéptico”, no es seguro que le convenga que Batasuna sea legalizada ya que su prohibición ha sido en gran medida la responsable de sus últimos éxitos de la lucha contra la ETA. Tanto es así que después de un año y medio sin atentados, muchos consideran que “casi se puede tocar con los dedos el final definitivo de la ETA”.

Sandrine Morel, Le Monde (Francia), 9/2/2011