El desigual impacto de los recortes: ¿dan o quitan votos?

Antonio Casado, EL CONFIDENCIAL, 23/11/11

Los recortes abrieron la tumba política de Zapatero, pero con recortes ha mejorado la facturación electoral de CiU en Cataluña y del PP en Autonomías donde gobierna. Chocante, ¿no creen? Vale la pena dedicarle un turno a este curioso rasgo del dictamen emitido por las urnas del 20-N.

Como en el poema de Miguel Hernández, con tres heridas viene el desalentado votante socialista: el tijeretazo de mayo, la reforma constitucional pactada con el PP por cuenta del equilibrio presupuestario y la entrega de Rota al escudo antimisiles. Pero solo la primera (funcionarios, pensionistas, dependientes, madres lactantes, pobres del Tercer Mundo…) fue de muerte.

El desgarro se escenificó el 27 de mayo de 2010. Debate sobre el llamado “tijeretazo”. Fue el principio del hundimiento socialista en los sondeos. Zapatero había empezado a gobernar a la contra del credo ideológico y los intereses de partido. Nadie compartió la motivación: apuntalar la solvencia de la economía española y evitar su “rescate”. Los diputados socialistas votaron a favor por disciplina. Y aunque por distintas razones, claro, por la izquierda (IU.BNG y ERC) y por la derecha (PP, CiU y PNV) embistieron con el mismo entusiasmo contra el decreto-ley.

Como en el poema de Miguel Hernández, con tres heridas viene el desalentado votante socialista: el tijeretazo de mayo, la reforma constitucional pactada con el PP por cuenta del equilibrio presupuestario y la entrega de Rota al escudo antimisiles

La norma quedó convalidada por un voto de diferencia, solo con los votos socialistas. Y eso se consiguió gracias a la abstención de los diez diputados de CiU, aunque previamente su portavoz, Duran i Lleida, había arremetido contra Zapatero y su Gobierno. El mismo Duran i Lleida que año y medio después elogia la valentía de Artur Mas en la Generalitat por su duro plan de recortes. Al tijeretazo en sanidad se suman ahora nuevas reducciones en el sueldo de los funcionarios, amén de subidas en el transporte público, las tasas universitarias, el canon del agua y un recargo sobre el precio de la gasolina. Todo ello, como Zapatero hace año y medio, al objeto de reducir el déficit público que ahoga a Cataluña.

El mismo déficit público que cualitativamente -cualitativamente, ojo-, ahogaba y aún ahoga al Estado, como muy bien sabe Mariano Rajoy por boca del propio Zapatero. Las previsiones de reducción para 2011 (6 %) van a quedar desbordadas (al alza, por supuesto), pero el próximo presidente del Gobierno ya le ha dicho a Angela Merkel que va a cumplir “cueste lo que cueste” porque este es un país serio.

A su debido tiempo, eso sí. Dicho sea por la improcedente presión que se ha ejercido en estas últimas cuarenta y ocho horas, incluso desde sus propio territorio político y mediático, para que Rajoy nombre ya al ministro de Economía ‘in péctore’ e impulse la toma de medidas de ajuste que le piden los mercados. Desde Génova se reclamaba anoche “tranquilidad” y “serenidad” para hacer las cosas bien y por sus pasos. En eso llevan razón. No tiene sentido meterse en harina sin esperar a que termine el traspaso de poderes y la consabida liturgia del relevo en Moncloa porque el Gobierno Zapatero está en “en funciones” pero plenamente operativo.

¿Cuesten lo que cuesten los recortes? El precio para Rajoy puede ser la quema de neumáticos en la Castellana. El precio para Zapatero fue su muerte política y una profunda crisis de identidad en su partido. Tal vez haya que buscar por ahí las diferencias.

Antonio Casado, EL CONFIDENCIAL, 23/11/11