El lugar de la memoria

MAITE PAGAZAURTUNDÚA, EL CORREO 11/02/13

· Personas vinculadas a la universidad y al ámbito del pacifismo, los derechos humanos y el medio ambiente fundaron Bakeaz en 1992. Acaban de publicar un volumen titulado ‘El lugar de la memoria’, con el sugerente subtítulo de ‘La huella del mal como pedagogía democrática’.

Contiene una perspectiva rigurosa para la comparación del fenómeno de la memoria comunitaria, sin eludir las dificultades de abordarla en términos psicológicos, sociales y políticos. Pasean por sus páginas estrategias de negación, revisionismo, eufemización o instrumentalización, entre otras posibles. En todo caso, Bakeaz apuesta por la materialización de experiencias de pedagogía democrática sobre la huella del mal en las sociedades, pensando también en la sociedad vasca. No es un libro fácil, pero recoge una descripción de las condiciones adecuadas en términos democráticos para trabajar en la aplicación de políticas públicas de la memoria del terror consciente y aplicado sistemáticamente entre nosotros así como de otras formas de vulneración de los derechos humanos en el pasado más reciente.

El lector también podrá acercarse directamente a las aportaciones de seis responsables de distintos memoriales que se reunieron en Bilbao los día 24 y 25 de noviembre de 2011, conociendo la reversión de la impunidad en Argentina años después del final de la dictadura de Pinochet; las dificultades del centro que recuerda la represión política del régimen soviético en los gulags, incluso ahora mismo o la utilización del genocidio, como ocurrió durante un periodo del Museo Conmemorativo de Jasenovac para provocar nuevas marejadas de odio en los Balcanes en la década de los noventa. Merece una lectura detenida y concienzuda de las reflexiones de los profesores Martín Alonso y Xabier Etxeberria.

Lo contrario a este libro es el ditirambo algodonoso y dulzón que anuncia soluciones mágicas –que nunca lo son– y la denuncia clara de la invocación de la razón de Estado entendida como puro pasteleo para fijar la irresponsabilidad. Estos días encontramos un ejemplo justamente de ello en los medios de comunicación: Barack Obama –Premio Noóbel de la Paz en su edición del año 2009– ha subrayado explícitamente su deseo de «mirar hacia adelante y no hacia atrás» en lo referido al escándalo de las supuestas torturas por parte de agentes de la CIA. Hace muy pocos días su jefe de gabinete, Rahm Emanue, se ha mostrado inequívocamente en contra de procesar a responsables del anterior Gobierno por su posible relación con torturas y al parecer remachó con un «no podemos gastar nuestra energía en mirar al pasado». De aconsejable lectura y estudio para líderes, en general, y apóstoles de los nuevos tiempos, en particular.

MAITE PAGAZAURTUNDÚA, EL CORREO 11/02/13