El odio arraiga

He asistido a unos cuantos mítines de la Fiesta de la Rosa y jamás había visto un despelleje semejante contra un cargo público del mismo partido. Tampoco he oído nunca esas palabras, «indecente, miserable», en otras formaciones políticas para referirse a un disidente. Ni siquiera en el PNV hace veinte años, cuando lo de Garaikoetxea.

Permítame que le distraiga un momento de sus altas y benéficas cavilaciones, señor López, para llamar su atención sobre un asunto quizá menor, pero desasosegante. Una persona que se define como seguidor de su partido, ha escrito un correo electrónico a la eurodiputada Rosa Díez en el que, una vez corregidas las faltas, dice lo que sigue:

«Si ETA te mata yo no iré a tu funeral. Ojalá esto no suceda, no deseo la muerte de nadie, ni siquiera la tuya. Pero lo que no podré evitar es alegrarme enormemente, son emociones humanas… Y no será culpa mía, sino tuya. Ten decencia y abandona la política con la que te lucras con los votos que te dimos los que ahora te odiamos.»

«Fede» algarroba@ya.es

No pretendo establecer acusaciones demagógicas ni cargar sobre sus espaldas sufridas de secretario general la bellaquería de un votante, ni siquiera sabemos con certeza si afiliado. Pero sí quiero hacerle reflexionar sobre un pequeño detalle. ¿Cree usted que el tal Fede o como quiera que se llame, pudo ser uno de los asistentes a la Fiesta de la Rosa, el pasado 6 de abril? Aceptémoslo como hipótesis de trabajo. Aceptemos también que no es un hombre con una gran formación intelectual y principios muy elevados o que, alternativamente, es persona muy sensible a su magnetismo personal y a su fuerte liderazgo.

Cabe suponer que al oír a su secretario general referirse a Rosa Díez en estos términos: “sus palabras y sus hechos son la muestra más indecente de quien hace y tiene una forma miserable de hacer política”, se quedara algo desconcertado. También me pasó a mí en un primer momento. He asistido a unos cuantos mítines de la Fiesta de la Rosa y jamás había visto un despelleje semejante contra un cargo público del mismo partido. Tampoco he oído nunca esas palabras, “indecente, miserable”, en otras formaciones políticas para referirse a un disidente. Ni siquiera en el PNV hace veinte años, cuando lo de Garaikoetxea.

Indecente, miserable. ¿Dos sonrisas, dos propuestas? ¿No comprende, mi admirado señor López, la perplejidad que produce escuchar de sus labios nueve días más tarde que ustedes van a desarrollar “una campaña limpia y sin insultos”? Puede que calificar así a una compañera de partido sea parte de esa Euskadi de la convivencia que usted quiere ayudarle a hacer a José Luis, pero créame, el proyecto es muy mejorable.

Supongo que habrá tenido conocimiento de que dos candidatas del PP, Nerea Alzola y Virginia Arroyo, fueron agredidas en la plaza del Sagrado Corazón por militantes de eso que ahora llaman ustedes “la izquierda abertzale”. ¿Las ha llamado usted o alguien de su Ejecutiva para interesarse por su estado, por la muela rota de Virginia, para expresarles la solidaridad corporativa de los socialistas? Virginia Arroyo es concejal de Ermua, no me haga apurar el razonamiento hasta el fondo.

En los últimos días se han producido manifestaciones del ministro de Justicia pidiendo laxante para el PP. Ay, aquellas viejas y divertidas tradiciones de los amigos de su papá cuando recetaban aceite de ricino a los desafectos.

Alec Baldwin interpretaba en una película el papel de un fiscal estadounidense que va a Alemania para participar en el juicio de Nuremberg. Al llegar empieza a consultar documentación, a ver películas. “He comprendido lo que es el mal”, dijo al terminar. “Es la ausencia de empatía”. Pues eso.

Santiago González en su blog, 17/5/2007