En estado de gracia

Se diría que Patxi Lopez empieza a tener ‘baraka’. Ni siquiera le ha rozado el terremoto del libro de Maria Antonia Iglesias. La crisis y la incredulidad sobre su capacidad de gobernar sin el PNV son los únicos ‘borrones’ de su campaña. El PNV lo sabe, y el lehendakari, igual que se atribuía los méritos de la prosperidad, ahora dice que el Gobierno de España provoca las dificultades para combatir la recesión.

La última palabra la tendrán las urnas el próximo 1 de marzo. Pero no cabe duda de que la fuerza del mensaje de los candidatos dice mucho de su posibilidad de convencer al electorado. Patxi Lopez, por ejemplo, parece hallarse en ‘estado de gracia’, antes de que haya comenzado la campaña oficial vasca. Se le ve liberado de presiones. Con la firmeza policial y judicial contra el terrorismo, que ha dejado atrás las dudas que planearon sobre su partido cuando el Gobierno de Zapatero se perdió por el laberinto de la negociación en la pasada legislatura. Con el avance de intenciones de formar un gobierno de «cambio». Es decir: mandando a los nacionalistas a la oposición para contrarrestar la sospecha de que su partido no se atrevería, dado el caso, de gobernar en Ajuria Enea sin contar con el PNV.

Ni siquiera el terremoto que ha sacudido a los principales partidos de la comunidad con el libro de Maria Antonia Iglesias le ha rozado. El PNV y el PP han aireado los trapos sucios de sus revanchas en horas de debilidad durante las confesiones de diván. Pero Patxi Lopez ha salido indemne. Su partido, bien por interés calculado o porque sus entrevistados fueron más astutos que los nacionalistas y los populares, no tiene que estar ahora dando explicaciones de lo dicho hace cinco meses. Se diría que Patxi Lopez, hoy por hoy, a la sombra de Zapatero, empieza a tener ‘baraka’. La crisis y la incredulidad sobre su capacidad de gobernar sin el PNV son los únicos ‘borrones’ de su campaña. El PNV lo sabe. Por eso el lehendakari no pierde oportunidad y, de la misma forma que se atribuía los méritos en época de prosperidad, ahora enfatiza que las dificultades para combatir la recesión están provocadas por la incapacidad del Gobierno de España. Pero los socialistas, que han sacado a Ibarretxe de los apuros de su mayoría justa aprobando casi todas las leyes de la legislatura, no entran al trapo.

A Patxi Lopez le ocurre lo mismo que a Zapatero en 2004: que se muestra convencido de que va a ganar. Por eso pone tanto acento en el tipo de Gobierno que él crearía si se diera la ocasión después del 1 de marzo. No llamaría al PNV para compartir responsabilidades. Una idea que debe repetir porque sus seguidores ven, sobre todo, la obsesión de los socialistas de desmarcarse del PP, pero hasta ahora se han mostrado más condescendientes con el PNV al que, por cierto, le acaban de echar una mano en la Alcaldía de Getxo para salvar los Presupuestos. Este último apoyo ha dado pie al candidato popular, Basagoiti, para alertar de la tentación de Lopez de «echarse en brazos del PNV».

Hay mucho camino por recorrer todavía. Pero la estrategia electoral socialista está pensada para ubicarse en el centro de la política vasca. ¿De qué otra forma se entiende que Patxi Lopez le pregunte al lehendakari si está dispuesto a buscar acuerdos? ¡Si eso es lo que ha hecho repetidamente Ibarretxe en todas sus campañas! Él preguntaba. Interrogaba. Interpelaba a sus adversarios constitucionalistas. Un Redondo y un Mayor tan sorprendidos la primera vez que les preguntó públicamente si estaban dispuestos a respetar la voluntad mayoritaria del pueblo vasco, que se dijeron a sí mismos: ¿De qué va éste?.

Desde hace 10 años el lehendakari no se ha apeado del caballo de la soberanía. Los ciudadanos decidirán el próximo 1 de marzo. Pero, vaya por delante, que en esta campaña el que ha preguntado primero ha sido Patxi Lopez. Se ha reunido con todos los sectores sociales. Los empresarios preocupados por la seguridad de las obras de la ‘Y’ vasca le transmiten sus problemas. Los sindicatos. Los profesores de euskera. Los médicos. Los jueces. El ministro Rubalcaba, en un desayuno de trabajo celebrado en Madrid la pasada semana en Madrid, reconocía que las fuerzas de seguridad permanecen en «alerta» porque saben que ETA intentará cometer atentados durante la campaña. Patxi Lopez, minutos después, recordaba sus conversaciones con los sindicatos de la Ertzaintza para reclamar una Policía autónoma con una clara dirección de sus mandos de perseguir a ETA, «algo que ahora no está ocurriendo».

Ibarretxe hoy está en Irlanda. En un foro universitario del Ulster por donde pasaron en su día tanto Bill Clinton como Koffi Anan. Nada que objetar a la conferencia. Salvo que el momento, en plena campaña electoral, no parece el mejor elegido. Eso piensan en algunos sectores del PNV que insinúan que este viaje del lehendakari «es cosa suya». A López, hoy por hoy, no le contradice nadie. Hasta el mismo Rey no oculta su entusiasmo. En su recientes visita al País Vasco, cuentan que don Juan Carlos, en un acto público, le espetó al candidato socialista, señalando al lehendakari: «!Patxi, a ver cuándo ganas a éstos que llevan casi treinta años en el Gobierno!». Y en otra conversación con el candidato del PP, Basagoiti, no pudo ser más explícito: «Vosotros lo que tenéis que hacer es apoyar a Patxi».

El reclamo del voto útil hacia el partido socialista podría, sin embargo, provocar un descenso del PP en las próximas elecciones. Porque un electorado que huye de los partidos con líos internos podría desviar su voto hacia la abstención. Y con menor participación, ya se sabe que el voto fiel de los nacionalistas siempre saca ventaja.

Tonia Etxarri, EL CORREO, 2/2/2009