Entre lo ridículo y lo patético

Cuando ETA dice que «tomó la decisión hace ya algunos meses», se dirige –además de al ministro Rubalcaba– a la izquierda abertzale: «Sabed –les dice– que la tregua que me pedisteis la tenía yo decidida hace meses; os la comunico ahora para que no cometáis la impertinencia de reclamármela otra vez en la manifestación del sábado».

Todo se ha dicho ya sobre el último comunicado de ETA. No puede ser éste, por tanto, un análisis al uso, que no haría sino abundar en lo ya escrito. Prefiero, pues, eludir lo convencional e ir por la vía de las sensaciones personales que me produjo la contemplación del vídeo y de las reflexiones que me sugirió su contenido. Todo muy subjetivo, como ven. Quede avisado el lector.

No me resisto a hacerles, para empezar, una confesión. Pocas veces he sentido tanta vergüenza ajena como cuando me decidí, no sin cierta repugnancia, a tragarme en ‘Google’ los más de seis minutos que dura la lectura del comunicado de ETA. Aquellos tres encapuchados, flanqueados de banderas, sentados a una mesa como de las ‘petitorias’ de la Cruz Roja o de las que se ponen en los funerales, a la puerta de la iglesia, para recoger firmas de condolencia con la familia del difunto, y enmarcados los tres sobre el fondo de un tétrico catafalco blasonado con el escudo de armas de la organización me parecieron más ridículos que patéticos. Una auténtica bufonada.

Uno, que tiene ya cierta edad, recuerda haber visto aquellos puños en alto de las manifestaciones antifranquistas, donde quienes los levantaban lo hacían a cara descubierta y desafiando una segura represión. ¡Nada que ver con esto! El trío del sábado no era más que el de unos jovenzuelos revoltosos en pose de revolucionarios. Y acogidos, además, por la burguesía conformista de una BBC que, mientras estuvo en vigor, nunca se atrevió a contravenir la orden del Gobierno británico de no reproducir las voces originales de los militantes del IRA que llegaban a sus estudios. ¡Todo muy heroico!

La siguiente reflexión me la produjo el contenido del texto. No sé si lo que voy a decir es una paradoja, una contradicción, un juego de palabras o un sinsentido. Pero seguro que el lector entenderá lo que quiero decir. Pues bien, a ello voy. Nunca esperé que lo que ETA fuera a decir estaría a la altura de lo que yo me esperaba. No soy tan ingenuo. Pero tampoco temí -lo confieso- que iría a estar tan por debajo de lo que me temía. Y, sin embargo, lo estuvo. El comunicado me pareció pura basura. «Rubbish» o «bullshit», que diría con el mayor desprecio un analista anglosajón. Hasta ahora, ETA había calificado sus treguas con algún adjetivo: unilateral, indefinida, incondicionada, permanente… En esta ocasión no se ha atrevido siquiera a adjuntarle el que le habían reclamado la izquierda abertzale y los mediadores internacionales: «verificable».

Quizá, después de tanto descrédito, temía ETA que nadie creería en sus calificativos. Y así, por no calificarla, ni siquiera la denomina tregua o alto el fuego. Estamos, pues, ante lo innombrable, ante una no-tregua vergonzante y clandestina. Por eso, ni se anuncia ni se declara. Se afirma simplemente que estaba ya en vigor desde hacía unos meses. Ahora bien, este ocultamiento es significativo y da pie a diversas interpretaciones complementarias.

Cuando ETA dice que «tomó la decisión hace ya algunos meses», está dirigiendo su mensaje en dos direcciones. Una apunta al ministro Rubalcaba, a quien le hace ver que no es a la persecución de su policía a la que se debe el parón en la lucha, sino a su propia y soberana voluntad. Una, por tanto, de chulería. La segunda dirección es la de la izquierda abertzale. «Sabed -les dice- que la tregua que me pedisteis hace unos días la tenía yo decidida hace meses. Y os la comunico ahora para que no cometáis la impertinencia de reclamármela otra vez en la manifestación del sábado que viene. Mis decisiones las tomo yo cuando quiero y porque quiero». Otra, pues, de altanería.

Pero el silencio significa algo más. Quiere decir que ETA no sabe qué razón dar para justificar el paro que ha decidido. Cuando, a la hora de justificar una decisión, alguien se remite a que ya había sido tomada en el pasado, es que no puede o no quiere explicitar razón alguna que la justifique. Se refugia en el pasado -«ya hace algunos meses»- porque lo pasado no hace falta justificarlo. Simplemente se constata, se da por supuesto. Si ETA fuera a dar una justificación del paro que ha decidido, tendría que recurrir a la que Tasio Erkizia ofreció hace unos meses, la más cínica y la más verdadera a la vez desde su punto de vista. «Hoy hay más razones que nunca para seguir con la lucha armada, pero hay también más inconvenientes y obstáculos que aconsejan dejarla. Dejémosla, pues». Pero ETA no puede llegar a tanto. Al menos hoy por hoy. Sería reconocer que sus objetivos no han sido alcanzados y que su lucha ha sido derrotada.

Con todo, esta remisión al pasado del «hace ya algunos meses» o, mejor, este ocultamiento, durante el tiempo que a ETA le ha parecido conveniente, de la decisión tomada tiene también algo de siniestro. Quiere decir que, si ETA atentara mañana, podría salir al día siguiente con un comunicado en el que dijera que «hace ya algunas semanas» había tomado la decisión de reanudar la lucha después del parón. Nos encontramos, en efecto, ante un comunicado que, incluso en la única línea y media que ha sido considerada interesante, resulta del todo vacío y engañoso. Porque cabría pensar que, para cuando ETA nos ha comunicado su decisión de parar, quizá haya tomado ya la contraria de reanudar.

Pero terminemos con otra reflexión más positiva. También surge a propósito del comunicado. A mí, esta tardanza en hacer públicas las decisiones tomadas en el pasado me suena a una prefiguración del modo en que se producirá el final definitivo de ETA, que, en mi opinión, no se hará esperar demasiado. Pasará el tiempo y, ante la prolongada inactividad de la banda, alguien se preguntará en voz alta qué ha sido de la organización. Y quien aún quede agazapado en ella emitirá un comunicado, quizá a través, una vez más, de la BBC, diciéndonos que «hace ya mucho que ETA decidió disolverse, aunque es ahora, ante la pregunta, cuando nos hemos decidido a hacerlo público».

Y es que, como ETA no siga pronto el consejo de Tasio Erkizia, seguro que acabará de una manera tan deslavazada y tan chapucera que no merecerá siquiera la pena anunciarlo con un mínimo de solemnidad. Ese anuncio sería tan ridículo y patético como el último comunicado de ETA.

José Luis Zubizarreta, EL DIARIO VASCO, 7/9/2010