Gesto por la paz, un buen trabajo

JOSÉ MARÍA BENEGAS, Diputado del PSE, EL CORREO 08/05/2013

· Gesto por la paz ha anunciado el final de sus actividades y de su existencia por cumplimiento de los objetivos que fueron el motivo de su nacimiento: el final de la violencia. Gesto por la paz nació en 1986. Desde lo que siento, su trayectoria sólo puede merecer palabras de elogio y de respeto. Primero por la idea, un movimiento / organización que expresaba el rechazo ciudadano a la violencia con tenacidad, periodicidad y claridad en sus planteamientos. Supieron entender que ciudadanos que estaban en contra de la violencia y la intolerancia necesitaban un cauce no partidista para expresar sus sentimientos, sus convicciones y su protesta.

Como todo lo que nace, al principio fue pequeño, pero su constancia y seriedad fue haciéndolo grande y se ganó el respeto de una importante mayoría de la sociedad vasca. Entre otras cosas, eso se produjo porque nunca fueron estridentes en sus declaraciones ni buscaron la publicidad con alharacas ni con polémicas propagandísticas. No usaron el dolor de las víctimas sino que trataron que ese dolor fuera entendido por la parte de la sociedad que no lo sufrió directamente. Testimoniaron el drama que estábamos viviendo, su inutilidad, su irracionalidad, la imposibilidad de construir un país libre cimentado en la violencia y el terror. Siempre actuaron con la dignidad de quien da ejemplo de la sociedad que quiere construir. Quiero transmitir mi humilde homenaje a las personas que hicieron posible Gesto por la paz y espero que acierten en el diagnóstico sobre el motivo de su disolución, el final de ETA.

Como señalaba al inicio, Gesto por la paz se fundó en 1986, ¿qué pasó entonces entre 1977 y 1986, los años en que ETA incrementó hasta el paroxismo sus asesinatos, 100 víctimas del terrorismo en 1980? ¿Los ciudadanos no se movilizaron? ¿Los políticos miraron para otro lado? No, vivimos una división entre los partidos democráticos sobre cómo afrontar la lucha contra el terrorismo y una cierta cobardía civil que aunque estaba en contra de la violencia, no daba el paso de exteriorizar su rechazo salvo en ocasiones determinadas. Desde 1978 los socialistas vascos defendimos la necesidad de un amplio acuerdo democrático para combatir la violencia. Se le denominó «Frente por la paz», «Acuerdo para la defensa de la democracia», etc.

El PNV no lo quería, uno de sus dirigentes lo llamó despectivamente «coro de plañideras». Estábamos en la división entre abertzales y españolistas, entre los primeros, aunque se denunciaban sus métodos equivocados, incluían a ETA. No conseguimos un gran acuerdo hasta que Ardanza lo entendió y firmamos todos el Pacto de Ajuria Enea en enero de 1988. El Estatuto de Gernika y el Pacto de Ajuria Enea creo que son las mejores cosas que hemos hecho los vascos en 35 años de democracia.

¿Pero qué pasó entre 1977 y 1986? Todos los atentados tuvieron una respuesta, eso sí, desigual. Cuando las víctimas llevaban uniforme salíamos a la calle la gente de UCD, socialistas, comunistas, UGT y CC OO. Convocábamos a los que podíamos. Al frente de aquellas movilizaciones recuerdo a Nicolás Redondo Urbieta, Tomás Tueros, Roberto Lertxundi, entre otros y a los dirigentes socialistas dando la cara y condenando el terrorismo de ETA por las calles de Bilbao y otras localidades de Euskadi. Cuando la persona asesinada era un civil era otra cosa. Recuerdo el asesinato del ingeniero Ryan, después de ser secuestrado. Los partidos convocamos una de las mayores manifestaciones que ha habido en Euskadi contra la violencia, creo que sólo superada por la repulsa que produjo el vil asesinato de Miguel Ángel Blanco. A mi memoria viene el asesinato en San Sebastián de Juan de Dios Doval.

Recuerdo el derrumbamiento anímico de la UCD en el País Vasco. Los socialistas fuimos a su sede y les convencimos de que había que salir a la calle y convocar una manifestación. Fue un éxito de afluencia de ciudadanos. Todo esto lo menciono, podría poner muchos más ejemplos, para señalar que no todo empezó en 1986, por cierto el año en que asesinaron a Enrique Casas, y que desde el primer día hubo sectores de la sociedad vasca que combatimos el terrorismo y la violencia. No se trata de reconocimientos ni de medallas, que entre otras cosas no sirven para nada, lo que dejamos atrás no tiene remedio, sino para indicar que cada cual tiene su historia y su trayectoria.

Termino como empecé, expresando mi reconocimiento por el trabajo hecho en defensa de la vida y de la democracia, por Gesto por la paz. Un último comentario. No sé lo que dará de sí la ponencia para la pacificación constituida en el Parlamento vasco. Creo que hoy el problema no se puede plantear en términos de perdones y reconciliaciones sino en el de una convivencia tolerada. El tiempo dirá lo demás. Ahora bien, los partidos democráticos no pueden aceptar que todo lo que pasó fue culpa de un conflicto político, porque aunque diéramos por buena esta teoría, que no es el caso, unos mataban y usaban el terror y otros no. En esto hay que ser intransigentes. Y los abertzales radicales deben entender que lo mejor para todos y para ellos también es que no exalten ni se vanaglorien del terrorismo, una de las páginas más negras de la historia de Vasconia. La convivencia tolerada exige, como mínimo, respeto por el dolor y el daño causado.

JOSÉ MARÍA BENEGAS, Diputado del PSE, EL CORREO 08/05/2013