La extraña visita

¿Las acusaciones de la Justicia española?: patrañas. ¿Las preguntas de los periodistas?: palabras «necias». ¿Qué se puede esperar de unas autoridades que, como el embajador de Venezuela, dicen que se podría juzgar a Cubillas, si hubiera caso, cuando ya decidieron que su funcionario no tenía nada que ver con el terrorismo?

Si el embajador de Venezuela en España pensaba lavar la imagen de su Gobierno en su viaje al País Vasco, no ha empezado con buen pie. El delegado de Hugo Chávez visita Euskadi después de sus polémicas insinuaciones acerca de la práctica de torturas en las comisarías españolas y después de su notoria ausencia en el desfile de la Fiesta Nacional del día 12. En su ronda de contactos figuran la mayoría de formaciones nacionalistas, algunos alcaldes, Cámara de Comercio y compatriotas afincados en Euskadi. Pero ni el lehendakari ni su socio, el PP, piensan tener el mínimo detalle con el representante de un país que habla de colaboración con el Ejecutivo español mientras desprecia a quienes ejercen la labor de la Justicia.

Julián Isaías Rodríguez se ha tenido que conformar con ser recibido por Alfonso Gil, secretario de organización del partido socialista, y coincidir con Guillermo Echenique, secretario de Acción Exterior del Gobierno vasco, porque Patxi López también ha tenido problemas de agenda. Una forma diplomática de hacer ‘mutis por el foro’ en un momento de relaciones tensas con Caracas. En el PNV, su presidente, Iñigo Urkullu, lo acogió, sabiendo que en Venezuela el nivel de criminalidad registró el año pasado la escandalosa cifra de más de 19.000 asesinatos -el dato lo recuerda a menudo su compañero de partido, el senador Iñaki Anasagasti-. Y el embajador, ante el PNV, quiso mostrarse categórico. Su Gobierno no ampara el terrorismo. Eso le dijo. Una aseveración que pierde peso con la reacción del equipo de Hugo Chávez cuando la Justicia española ha reclamado al ‘intocable’ Cubillas.

El ciudadano vasco, nacionalizado en Venezuela, reclamado por los tribunales españoles acusado de ser el ‘hombre-puente’ entre ETA y las FARC, y perseguido por los 188 países socios de la Interpol, sigue protegido por la República Bolivariana. No sólo por el cargo que ostenta sino porque su presidente ha decidido que es inocente de las acusaciones que se le atribuyen.

¿Las acusaciones de la Justicia española? Patrañas. ¿Las preguntas de los periodistas? Palabras «necias». Y en este plan, ¿qué se puede esperar de unas autoridades que, como el embajador ayer, dicen que se podría juzgar a Cubillas, si hubiera caso, cuando ya hace semanas decidieron que su funcionario no tenía nada que ver con el terrorismo?. Tan inamovible es su posición que dijeron que quienes lo delataron seguramente habrían hecho una declaración forzada. Y los jueces que lo reclamaban, unos cómplices de la derecha. Extrema, por supuesto. Ya está hecho el juicio sumarísimo. Sin más juez que Chávez y sin más tribunales que su Gobierno. Sin investigaciones ni procesos.

La visita del canciller durará tres días. Una estancia a todas luces desmesurada para los usos diplomáticos de los embajadores acreditados. Este extraño viaje parece enfocado a recordar que Venezuela ha acogido desde hace décadas a muchos compatriotas y buscar cierta condescendencia a la hora de juzgar que, entre los ciudadanos honrados, se haya albergado también a cabecillas del terrorismo.

Tonia Etxarri, EL CORREO, 20/10/2010