La lista blanca

Desde el lehendakari hacia abajo todos los nacionalistas defienden la legitimidad de todas las ideas sin límite legal alguno, pese a que la realidad demuestra la falsedad de ese argumento. En democracia, es la ley la que marca los límites de los derechos, y no afirmaciones genéricas y abstractas como la del propio nombre de la plataforma: «Todas las opciones».

La plataforma Aukera Guztiak (Todas las opciones) adelantó ayer algunos de los nombres que integrarán su candidatura a las próximas elecciones autonómicas. Eso será si pasa el filtro de los tribunales porque la Fiscalía General del Estado ha anunciado que investigará a esta agrupación de electores ante la sospecha de que se trate de una «lista blanca» que encubra a la ilegalizada Batasuna. Las grandes superficies comerciales, ya se sabe, ofrecen marcas blancas a sus clientes que contienen los mismos productos de siempre, aunque sin el logo y sin los costes de las firmas acreditadas. Desde las filas de Batasuna hace meses que se había filtrado la idea de recurrir a una «lista blanca».

La última palabra sobre la suerte de este grupo la tiene la Justicia. Ella determinará si Aukera Guztiak es la nueva tapadera de la izquierda abertzale y no puede, por tanto, ser admitida, o se trata de una legítima iniciativa ciudadana cuya presencia en los comicios no puede ser rechazada. Tan democrática y respetable será la decisión de los tribunales si optan por una opción o por la contraria. El nacionalismo, sin embargo, ha cuestionado todas las decisiones judiciales que se han adoptado contra Batasuna y ha considerado la ilegalización de este partido como un ataque antidemocrático.

Desde el lehendakari hacia abajo todos los nacionalistas defienden la legitimidad de todas las ideas sin límite legal alguno, pese a que la realidad de nuestro entorno democrático demuestra cada día la falsedad de ese argumento. Hace apenas dos semanas, el ministro del Interior alemán ordenó el cierre del diario en lengua turca ‘Anadoluda Vakit’ por incitar al odio étnico contra los judíos, negar el holocausto y difundir los mensajes de un grupo fascista. En las democracias, como la alemana o la española, es la ley la que marca los límites de los derechos de cada ciudadano y no afirmaciones genéricas y abstractas como la representada por el nombre de la propia plataforma electoral: «Todas las opciones».

Los que promueven Aukera Guztiak no deben sorprenderse de que sean considerados sospechosos. Han aparecido sin más propósito que cubrir el hueco que dejaría la ausencia de la izquierda abertzale y cabe recordar que fue la propia Batasuna la que inició en 1998 el juego de cambio de nombres, primero para tratar de eludir la posible ilegalización y, consumada ésta, para escapar a sus efectos. Una vez fuera de la ley, ha tratado de engañar a los tribunales cambiando de nombre en cada convocatoria electoral. Por ello no es de extrañar que los poderes públicos estén vigilantes ante posibles maniobras de Batasuna de cara a los próximos comicios. No cumplirían con su obligación si no estuvieran atentos a posibles fraudes a la ley.

Florencio Domínguez, EL CORREO, 14/3/2005